Por Ricardo Monner Sans - abogado constitucionalista / titular de la Asoc. Civil Anticorrupción
Aníbal Fernández quiso usarme para contraproponer mi actividad en los tiempos del horror respecto de Julio Strassera, quien como Fiscal acusó en el juicio a las Juntas Militares que ocuparon el poder entre 1976 y 1983 logrando la condena que merecían. Fernández –quien nunca se ha ocupado de las tareas que he realizado y realizo contra los mil y un temas de corrupción del menemismo en su tiempo, del kirchnerismo ahora- entendió que yo le venía bien para su propósito de golpear a quien tiene ganado un lugar en la historia argentina. Strassera trabajaba en el Poder Judicial: lo traté por vez primera en 1961. Eran sus inicios como empleado del Juzgado Federal 1 a cargo de Leopoldo Isaurralde. Fue ascendiendo por mérito y por contracción al trabajo. El singular Fernández, acaba de denostar a Strassera invocando la casualidad porque “estaba en el lugar justo y en la ocasión correspondiente”. Es decir, el fenomenal trabajo que desplegó Julio Strassera para rematar con el “Nunca más” ha sido menoscabado por la voz oficial del kirchnerismo. (Videla y los condenados, agradecidos…) Y si me pone Fernández junto con otros militando desde lo judicial es para creer él que gana contra quien opinó que desobedecer a la Corte Suprema en el caso Sosa es barbaridad mayúscula. “Strassera anduvo de casualidad; Monner Sans y otros por convicción”. No se me había ocurrido tamaña perversidad. Meneó Fernández -con ese estilo deplorable al oído y a la educación elemental- que efectivamente un Juez del Proceso nos castigó a todos los que habíamos firmado un habeas corpus colectivo. Encabezaba la nómina mi padre: así lo quisieron los demás, quizás como homenaje a su tarea de Decano en la Facultad de Filosofía y Letras en tiempos civiles, quizás porque fue el único intelectual que no quiso ir a ningún ágape promovido por Videla. Fuimos castigados porque el Juez -no recuerdo el apellido- entendió que muchos abogados, al firmar en favor de muchos detenidos y desaparecidos “entorpecían el andar de la Justicia”. La Cámara de Apelaciones revocó el castigo. Quede constancia escrita de mi repudio respecto de la deleznable maniobra. Cuando Fernández nos explique qué hacían los Kirchner en favor de los derechos humanos en los tiempos del horror; cuando nos explique documentadamente cómo hicieron tanto dinero mientras aquí poníamos el pellejo y cómo siguen haciéndolo; cuando nos explique por qué tanto menemista utilizó la puerta giratoria para ocupar lugares de un poder que luce con apetito insaciable; cuando nos expliqué qué cantidad de dinero ha gastado el matrimonio de su bolsillo para movilizar cielo y tierra para encontrar a Julio López -el primer desaparecido en los tiempos democráticos- entonces el país le estará agradecido. Entretanto, cállese alguna vez. La perversidad tiene mil voces.
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