En el año que termina el nivel de actividad avanzó a dos velocidades. Entre enero y junio, la recuperación fue robusta, exacerbada por la cosecha y su impacto en otras actividades. Luego, una vez recuperado el terreno perdido durante la crisis de 2008/09, se ingresó en una segunda etapa, diferente de la primera. En el segundo semestre la producción comenzó a mostrar algunos signos de fatiga y el sostenido avance de la demanda interna dio lugar a un salto de las importaciones, liquidación de inventarios y crecientes presiones inflacionarias, un anticipo de lo que vendrá en 2011.
El PIB sigue mostrando un fuerte crecimiento interanual, aunque en el margen evidencia una desaceleración. Según las estadísticas oficiales, el Producto aumentó un 8,6% interanual en el tercer trimestre, pero avanzó sólo 0,4% con respecto al segundo. Ello marca una pausa a la vertiginosa salida de la crisis internacional, cuando la recuperación promedió un 2,7% trimestral (11% anualizado). Las estadísticas privadas, por su parte, señalan que el impasse se extendió al cuarto trimestre: el Indicador General de Actividad de Ferreres acumula un retroceso de 1% respecto al tercero.
Dada la dinámica observada a lo largo del año, el 2010 cerraría con un alto crecimiento promedio, aunque dejaría un bajo “arrastre estadístico” para 2011. El alza del Producto treparía a alrededor de 7%-8% según las estimaciones privadas y a casi 9% de acuerdo a las cifras oficiales. En ambos casos quedaría un “arrastre estadístico” cercano a 1 punto porcentual para 2011, la mitad que el heredado este año.
En este escenario, ¿qué puede esperarse en materia de crecimiento para 2011? Todo indica que el próximo no sería un año ubicado en los extremos. Ni se volverían a repetir las tasas chinas de 8%-9%, ni se daría una convergencia rápida –sin escalas- a un ritmo tendencial del 3%-4%.
Por el lado de la oferta, el agro, la industria y el comercio, que explotaron en 2010, fueron impulsados por factores que no volverían a repetirse el año que viene. Aquí opera la simple aritmética: estos tres sectores, que fueron responsables de cerca de la mitad del crecimiento de este año, aportarían cerca de 2 puntos porcentuales menos al crecimiento de 2011.
En el caso del agro, tras recuperarse 50%, la producción crecería menos de 10%, hasta 95 millones de toneladas. Este elemento por si solo implicaría casi 1 punto porcentual menos de crecimiento que este año. En el caso de la industria, proyectando un alza de 10% sobre las espectaculares cifras de producción y ventas de autos, más un aumento similar al de 2010 en el resto de los bloques, el sector manufacturero reduciría a la mitad su aporte al crecimiento del Producto. Paralelamente, el impulso derivado de la recomposición del gasto postergado entre 2008 y 2009 que benefició al “boom” de consumo de durables, perdería fuerza en 2011, arrastrando consigo al comercio minorista (sólo persistiría el incentivo a adelantar consumo asociado a la alta inflación y las bajas tasas de interés domésticas).
En este contexto, el PIB se ubica ya en torno a su nivel potencial y la economía acumula distintas fuentes de tensiones. Diferentes medidas de PIB potencial señalan que la brecha del producto abierta durante la crisis internacional ya fue cerrada. Dadas las falencias propias de este tipo de mediciones, se sabe que el PIB puede ubicarse por un tiempo por encima de su nivel potencial. Sin embargo, el 2011 sería el primer año en el que las mediciones del cierre de la brecha de producto convivirían con una virtual evaporación del colchón cambiario y un pleno uso de la capacidad instalada en un cúmulo de sectores.
En una economía cercana al pleno empleo y sin un shock de inversiones a la vista, sostener un alto crecimiento depende de manera crucial de la productividad total de los factores. Sólo en caso de producirse una nueva e importante mejora en la productividad -que ya se ubica en niveles récord- podría mantenerse un crecimiento económico similar al de los últimos años.
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