lunes, diciembre 13, 2010

INMIGRACION. INCOGNITAS SIN RESPUESTAS ADECUADAS


             
Por Marcelo R. Lascano

 El tema inmigratorio no es nuevo. La Argentina se formó y expandió en contextos de fuertes aportes inmigratorios en cuyos alrededores siempre se plantearon cuestionamientos de diferente laya, de modo que el tema no es nuevo. Lo que si resulta novedoso son las aristas nacionales e internacionales del mismo fenómeno y las respuestas que apuntan a ordenar la cuestión en la política comparada. Desde tratados hasta normas internas buscan, sobre todo en los últimos años, encarar la cuestión sin pérdida de tiempo.

              Yendo a lo nuestro, los episodios recientes, particularmente los acontecimientos registrados en Villa Soldati y alrededores, configuran un escenario cuya resolución demanda un enfoque global sobre el tema, habida cuenta que suponen un desafío a las autoridades que no sólo las comprometen, sino que también fracturan la estabilidad emocional y el desempeño de la vida económica en la Capital Federal y alrededores conjurando el crecimiento y la realización de proyectos que, paradójicamente, apuntalan la demanda de empleo y la normalización de la vida familiar.

             En esa inteligencia y al margen del “statu quo” legal vigente, parece imponerse rápidamente un criterio ordenador que avente nuevos conflictos y que detenga el aluvión inmigratorio que viene registrándose en los últimos años ante la indiferencia de gobiernos e inclusive de la oposición, a pesar de la trascendencia interna y externa del fenómeno, que para colmo se trata en todos los medios del globo, aún de países como Alemania cuya expansión demográfica nativa es negativa. No sólo se exige la denominada cédula biométrica y certificados de buena conducta, sino también  calificaciones profesionales para satisfacer las demandas reales o potenciales de la economía.

            La política económica tiene un amplio espacio disponible para inspirar una estrategia inmigratoria racional que no sólo contemple los aspectos puntualizados, sino lo concerniente a la seguridad  interior y externa, la localización industrial, la ocupación conveniente del territorio y vigilancia de fronteras históricamente expuestas al acecho de peligrosas ilegalidades que no son ajenas a la salud pública y a la conservación de nuestro acervo cultural. Parece tarde y lo es, pero debemos apresurarnos porque nuestra indefensión multiplicará la penetración por nuestras porosas fronteras en desmedro de nuestros intereses nacionales.

            Aunque parezca arbitrario y  sin extremar las decisiones, la recuperación del orden social parece la primera definición que se impone en obsequio de todos los que han protagonizado de buena fe los acontecimientos que tienen en vilo a la sociedad. Ignorar las ventajas inherentes a la restauración previa del orden público seria fatal para
la experiencia política, el desarrollo y el empleo productivo en la Argentina.

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