viernes, enero 21, 2011

Inseguridad: entre el matafuegos y el desarrollo cultural

Por Bernardo Poblet



¿No se sabe que hacer para corregir el drama de la inseguridad pública?
Cualquiera que tiene la responsabilidad de conducir sabe lo que el manual del alumno dice frente a un desvío:
Primero, analizar las causas que explican por qué pasa lo que pasa, segundo, generar alternativas para resolver, eliminar o disolver las causas, tercero, tomar medidas para minimizar los efectos mientras se trabaja sobre ellas y cuarto, prever las eventuales efectos futuros adversos de las medidas adoptadas. Lógica elemental, casi una obviedad.
A esta altura del partido, a los ciudadanos de a pie debería preocuparnos –por inocuos- los proyectos que, como es habitual en nuestra triste historia, son un listado de las cosas que habría que hacer, sin ninguna información precisa sobre con qué recursos y qué medios y fundamentalmente como se haría, con quien y cuándo.
Convocar a comisiones, grupos de trabajo y cosas por el estilo –casi un deporte nacional de nuestros dirigentes- es una certeza de que nada o muy poco se hará, más allá de las poderosas campañas mediáticas explicando “lo que se hará”.
Todos los que conocen lo que es conducir un proyecto saben lo que hay que hacer:
Se requiere alguien que lidere, con el coraje y la decisión política asumida y la legitimidad del voto de la ciudadanía, que se rodee de un grupo de gestión con personas profesionales competentes en sus áreas, desde operadores gerenciales hasta jueces, comprometidos con los objetivos a lograr y dispuestos a bancarse el chubasco que reemplazar las palabras por acciones generará.
Hay que aplicar ¡aplicar! en todos sus alcances las leyes que ya están, son suficientes. Y si algunas traban, hay mecanismos institucionales para modificarlas.
Hay que avalar a los profesionales de las fuerzas de seguridad competentes -que los hay- más allá de la corrupción que seguramente está infiltrada. Hay que trabajar en paralelo.
Redireccionar recursos para la tarea. Hay gastos improductivos que deben repriorizarse.
Y operar. A los bifes. La inteligencia de los organismos de seguridad tienen, ¿alguien puede dudarlo? suficiente información sobre los puntos críticos que generan delincuencia:
Quiénes son y donde están los reducidores de automóviles y sus accesorios. Hay que erradicarlos de raíz.
Quiénes están detrás de negocios vinculados con el narcotráfico. Hay que ponerles fiscales encima.
Quiénes son los que utilizan a menores para aprovechar debilidades legales. Hay que acorralarlos.

Quiénes son los que desde la política, manejan el juego clandestino, la prostitución y los negocios como gestores de ocupaciones de edificios y lugares públicos y privados. Hay que someterlos a la ley.

Quiénes son los jueces que son permeables a estos sectores. Hay que generar, en el marco de la ley, los sumarios que correspondan. Mani pulite.
Emergencia carcelaria; hay que habilitar lugares adecuados. Mientras se trabaja para que la gente se subordine a la ley como única manera de convivencia, la sociedad que cumple debe estar protegida. Cuando hay un incendio se apela a los matafuegos y luego se diseñan los ámbitos antiincendios.
Hay que refundar escuelas de formación en oficios, algo que ha sido borrado del país, curiosamente después de exitosas experiencias, como la escuela de artes y oficios o la Formación Profesional Acelerada.
Hay que enseñar qué es la ley y las instituciones de la República como marco común para todos desde la escuela primaria.

Hay que generar trabajos genuinos -no puestos públicos improductivos- en el interior del país, para que no se siga expulsando gente de su medio original, con fuertes, ¡fuertes! estímulos a la inversión privada y pública y severos controles del Estado a las obligaciones contraídas. Hay que redefinir y aplicar una auténtica política de derechos humanos y cultura de la ley. Para todos.

Mientras tanto se analizarán y tratarán las modificaciones legales y las normas, procedimientos y replanteos de propósitos en las instituciones que correspondan, formación de sus dirigentes y reentrenamiento de sus integrantes y los recambios que se requieran.

La lista es larga, pero se sabe que hacer.



Alguien se anima y se compromete en serio a ejecutarlo?



Una mayoría silenciosa de ciudadanos qué buscan trabajar y vivir en paz lo apoyaríamos Pero, eso sí, con rendición de cuentas de lo actuado y del cumplimiento de las metas.


Si, actuar en todos los frentes y con acciones paralelas -el matafuegos y el desarrollo de un cambio cultural- son tareas ciclópeas.


Pero son imprescindibles.

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