Macri: ley, oxígeno y lecciones a aprender
Por Fernando Mauri.
La iniciativa lamentable que ajusta sacándole la plata del bolsillo a jubilados, pensiones de distinto tipo, receptores de la AUH, etc, ya es ley.
Un poco del tan necesitado oxígeno para el presidente Macri.
¿Qué debería aprender el macrismo
del trajinar de estas jornadas aciagas?
La necesidad de abrirse, de escuchar menos a los Marcos Peña y su círculo íntimo, y de priorizar más el agudo olfato político de los Vidal, Monzó, Carrió, Pinedo.
No creerse el 42% de octubre. No ser soberbios. Volver a negociar en serio.
No subestimar a un PJ que puede estar drogui, atomizado, sin liderazgo ni renovación en ciernes (gracias CFK, siempre funcional a la polarización macrista), pero que sigue siendo la balanza de poder y lo habrá de seguir cobrando muy caro...
Y quizás lo más trascendente: aceptar que Cambiemos es una primera minoría, en el Congreso, entre las gobernaciones... Sí, tiene poder, maneja la provincia más grande y a la vez una de las más ricas, pero seguirá gobernando en minoría hasta el 10 de diciembre de 2019.
Los (tenues quizás pero extendidos además por el país) cacerolazos en medio de la noche del largo y violento lunes 18, son un llamado de atención a no desatender.
Más allá de ello, la violencia de la izquierda y ATE fue funcional al Gobierno, tal como la obstaculizacion de un kirchnerismo que desde ya nunca repudió la violencia de grupúsculos de manifestantes. En ese sentido, Macri queda bien parado ante el ciudadano medio que, aún censurando la ley previsional, quiere gobernabilidad y paz.
¿El Gobierno perdió la calle? No, nunca fue su fuerte, al contrario.
Y quizás hasta haya quedado en claro para la sociedad los que quieren destruir y boicotear, fuera y dentro del Parlamento.
Sin embargo, la actividad económica repunta muy lentamente en tanto decrece poco la inflación, los déficits gemelos no decaen, el tipo de cambio se atrasa a diario y el endeudamiento interno y externo no para de crecer. La solidez económica está lejos de ser un activo PRO.
Por lo tanto, el Gobierno de Cambiemos, un gobierno de expectativas, no termina de afirmarse.
Lo que quizás más contribuya a solidificar su apoyo en la sociedad tiene nombre y apellido: Cristina Kirchner.
Y en segundo plano, un massismo que perdió la brújula hace rato, una CGT impresentablemente sobreactuada de posiciones que no siente y atravesada por peleas intestinas. Y una izquierda incendiaria.
En definitiva, una oposición sin alternativas. O sea, una enorme asignatura pendiente en Argentina.
Ahora, esto es Argentina, el reino de la inestabilidad, y las expectativas no duran para siempre. Pueden garantizar hasta una reelección, pero sin concreciones que mejoren de una forma u otra la calidad de vida de la ciudadanía, más tarde o más temprano, puede tronar el escarmiento.
Un poco del tan necesitado oxígeno para el presidente Macri.
¿Qué debería aprender el macrismo
del trajinar de estas jornadas aciagas?
La necesidad de abrirse, de escuchar menos a los Marcos Peña y su círculo íntimo, y de priorizar más el agudo olfato político de los Vidal, Monzó, Carrió, Pinedo.
No creerse el 42% de octubre. No ser soberbios. Volver a negociar en serio.
No subestimar a un PJ que puede estar drogui, atomizado, sin liderazgo ni renovación en ciernes (gracias CFK, siempre funcional a la polarización macrista), pero que sigue siendo la balanza de poder y lo habrá de seguir cobrando muy caro...
Y quizás lo más trascendente: aceptar que Cambiemos es una primera minoría, en el Congreso, entre las gobernaciones... Sí, tiene poder, maneja la provincia más grande y a la vez una de las más ricas, pero seguirá gobernando en minoría hasta el 10 de diciembre de 2019.
Los (tenues quizás pero extendidos además por el país) cacerolazos en medio de la noche del largo y violento lunes 18, son un llamado de atención a no desatender.
Más allá de ello, la violencia de la izquierda y ATE fue funcional al Gobierno, tal como la obstaculizacion de un kirchnerismo que desde ya nunca repudió la violencia de grupúsculos de manifestantes. En ese sentido, Macri queda bien parado ante el ciudadano medio que, aún censurando la ley previsional, quiere gobernabilidad y paz.
¿El Gobierno perdió la calle? No, nunca fue su fuerte, al contrario.
Y quizás hasta haya quedado en claro para la sociedad los que quieren destruir y boicotear, fuera y dentro del Parlamento.
Sin embargo, la actividad económica repunta muy lentamente en tanto decrece poco la inflación, los déficits gemelos no decaen, el tipo de cambio se atrasa a diario y el endeudamiento interno y externo no para de crecer. La solidez económica está lejos de ser un activo PRO.
Por lo tanto, el Gobierno de Cambiemos, un gobierno de expectativas, no termina de afirmarse.
Lo que quizás más contribuya a solidificar su apoyo en la sociedad tiene nombre y apellido: Cristina Kirchner.
Y en segundo plano, un massismo que perdió la brújula hace rato, una CGT impresentablemente sobreactuada de posiciones que no siente y atravesada por peleas intestinas. Y una izquierda incendiaria.
En definitiva, una oposición sin alternativas. O sea, una enorme asignatura pendiente en Argentina.
Ahora, esto es Argentina, el reino de la inestabilidad, y las expectativas no duran para siempre. Pueden garantizar hasta una reelección, pero sin concreciones que mejoren de una forma u otra la calidad de vida de la ciudadanía, más tarde o más temprano, puede tronar el escarmiento.
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