Por Gustavo Ferrari Wolfenson
Columnista de CONSTRUCCION PLURAL
Abrir la prensa argentina nos muestra un país que cada día me cuesta mas entender.
Por un lado, el #Olivosgate, que no considero que sea un motivo para asustarnos, ya que es el reflejo del doble discurso, de la doble hipocresía que ha tenido y asumido este gobierno desde que tomó el poder.
Empezamos con la herencia recibida (Macri), que a su vez fue la consecuencia de la herencia recibida (Cristina Kirchner).
Nos quisimos subir a la comparación de la figura patriótica y demócrata de Alfonsín y todo quedó en un discurso más de todas las frases épicas que el presidente pronuncia todos los días y que él mismo las contradice.
Creo que ALBERTO FERNANDEZ es la suma de los AF que siempre ha transmitido, doble discurso, doble hipocresía y hasta doble incapacidad para asumir la responsabilidad de conducir un país que se le está cayendo a pedazos en torno de una ideología que sólo busca la suma del poder total para su propio beneficio.
El #Olivosgate se suma a los vacunatorios VIP, a la bravuconada de Pfizer, a los 100 mil muertos de Macri, a escupirle al FMI y depender de ellos, a sentirnos San Martin y Sarmiento.
Criticamos a los CEO y vinieron los científicos y los chinos, se nos fue Balcarce y llegó Dylan. Ahora desaparecieron los científicos y llegaron los peluqueros, farándula de turno y selfies al mejor estilo de Paris Hilton.
Nos comparamos con Venezuela, con Cuba, pero a niveles de pobreza estamos como Haití. Sin embargo en Haití, si hay quien quiere comprar un dólar, lo puede hacer; el tipo de cambio no fluctúa porque un terremoto lo destruyó, mataron al presidente o se perdió en el fútbol.
Un Haití donde si quiere y puede importar un libro uno lo puede hacer sin trabas, lo mismo que un medicamento, un juguete.
Una cosa es la corrupción y otra cosa es la impunidad. Y hoy la Argentina sigue construyendo más impunidad en beneficio de las cuotas de poder históricas que se han anquilosado para conservar sus propios cotos de poder.
Los Moyano, los Pata Medina, los D Elia, los gremialistas llamados Los Gordos, son los dueños de un país, en donde a los trabajadores se los pasan por el trasero y ello siguen, siguen y siguen llenándose los bolsillos bajo la impunidad y la complicidad de quienes "cantando la marchita" siguen combatiendo al capital.
Lo interesante a mi juicio de todo esto es el papel que está empezando a tener la juventud.
Esa juventud que una vez más fue engañada, encerrada, a la que le limitaron la libertad de vivir, de sentirse libres y ejercer sus propias decisiones.
Una juventud que está buscando con bronca Ezeiza para recuperar su libertad pero que no quiere ser ajena a lo que pasa en el país.
Hoy creo que se asoma una juventud con sana sed de venganza y eso no la está midiendo el gobierno.
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