martes, octubre 05, 2021

As the time goes by…

Por Gustavo Ferrari Wolfenson


Fellow del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Harvard
Consultor internacional en temas de fortalecimiento de gobiernos


Según cuenta la historia, una de las situaciones más complejas que tuvo el rodaje de la película Casablanca fue preparar el final. Aunque se empezó a rodar sin el
guión definitivo, casi todos los problemas de la trama fueron
resolviéndose sobre la marcha, pero faltaba el desenlace. Por un lado, nadie estaba contento con la
manera en que Rick (Bogart) enviaba a Elsa (Bergman) con Víctor (su marido).
Por más vueltas que se le daba, el final parecía forzado e
inconsistente. Elsa no podía irse sin poner objeciones y Rick tampoco podía forzarla u obligarla de algún
modo.
Por otra parte todos se preguntaban si el público aceptaría ese final: si querrían ver al protagonista perdiendo al gran amor de su vida. Se prepararon tres finales
1) Rick moría en el aeropuerto ayudando a escapar al marido de ella;  pero resultaba demasiado triste para la audiencia. 
2) Elsa abandonaba a Víctor y se iba con Rick; tampoco encajaba: no era esa la conducta que se aceptaría de una
dama, después de su fidelidad a Víctor. 
3) Víctor muere en la escapada, dejando libre el paso a Rick; pero esto no sólo dejaba inacabada su labor
patriótica, sino que echaba por los suelos el mensaje esperanzador del filme en plena Guerra mundial.
Finalmente el final quedó así: Rick enviaba a Elsa con Víctor no por debilidad o despecho, sino porque entendía que su vida  le pertenecía; que él la necesitaba
en su vida y también en su ideal patriótico, por eso le dice a ella poco antes del final: “Comprende que los problemas de tres personas no importan cuando el
mundo entero está en juego... A nosotros, siempre nos quedará París”. Esta era, sin duda, la única razón que ella no podía discutir: la idea mágica del desprendimiento y de la fidelidad.
Me quedo con estas palabras, el desprendimiento y la fidelidad y mientras me seco la ultima lágrima de la escena donde Bogart se va caminando con el jefe de
policía y este le dice: “Creo que esto puede ser el principio de una gran amistad”, me concentro en  las últimas semanas que nos esperan antes de conocer la decisión final electoral.

Los medios siguen gastando kilómetros de tinta e imágenes reafirmando cada columnista o comunicador lo que se ha venido diciendo desde hace meses. Los
que apuestan a confirmar el resultado de las pasadas PASO siguen puntualmente sus análisis confiando en que la decisión del pueblo ya está dada y que sólo falta
darle legalidad, a través del voto, para que todos se queden contentos con la unción elegida. Ellos mismos están pendientes que las últimas semanas floten en
aguas tranquilas, sin mayores exposiciones y menos declaraciones que pudiesen ser consideradas como comprometedoras. Han alimentado sobre la figura de la
derrota que viene el tiempo del cambio con rumbo, cuando en sus entrañas pareciera enraizarse que el triunfo significaría buscar el mejor lugar llegar al 2023 con un escenario más que favorable. Si prebenda intentó cambiar voluntades, la
voluntad mata resentimiento. 
Millei, junto con el despertar juvenil, le ha puesto color a la
contienda en estas últimas semanas. El tren del aburrimiento y chatura de las campañas encontraron,
repentinamente y quizá sin quererlo, el eco de un sector de la población urbana que despertó de su letargo y levantando las banderas por un lugar en la sociedad,
se han hecho presente reclamando ser oídos, escuchados y participes de los tiempos que vienen.
No sólo se sienten indignados, olvidados, relegados y desplazados sino que tienen
en común un hartazgo hacia una clase política a la que sienten alejada de los problemas cotidianos. Hoy a través de los nuevos mecanismos de las redes de
comunicación, se han convertido en un grupo diverso ambiguo y heterogéneo que ha marcado un punto de partida en el proceso electoral. 
¿Qué le pasó a Cristina, Maxi y el vamos por todos? es la pregunta que se escucha en muchos pasillos oficialistas y la respuesta está a la vista. Pareciera
que aun tratan de hacer campaña interna dentro de su propio partido para convencer a los propios. Ni siquiera han jugado con el sentimiento de ser los garantes de las causas justas e imponer el hegemonismo partidario más longevo
de la historia de la humanidad. Pareciera que el “ojalá Dios nos ayude” expresado por el nuevo Jefe de Gabinete es una súplica más que una prédica.
Finalmente, el síndrome de las encuestas se ha posesionado de tal forma que ya nadie sabe si lo que se dice es verdad o mentira, pero por lo menos en buena
parte de este termómetro político existe la convicción que el
resultado difícilmente se revertirá y el gobierno debe pensar que hará o que rumbo tendrá en los próximos dos años.
El escenario público de las próximas semanas estará lleno de expectativas miradas, señales, curiosidades, fintas. Será prácticamente la fiesta de despedida
de este tiempo electoral de culto a la quizá desintegración del culto a la figura humana de EL y ELLA. Espero que comprendan, como Rick (Bogart,) “que los
problemas de tres personas no importan cuando el mundo entero (Argentina) está en juego...” y que por ahí puedan decirse, por el bien del país, “Creo que esto
puede ser el principio de una gran amistad”.
A partir de entonces, empezará otra  leyenda.  Pero eso será  otra historia, que merece ser contada en otra ocasión. A nosotros... siempre nos quedará el recuerdo de los más de 115 mil muertos, 18 meses encerrados y conservar en la memoria las palabras de Alberto ..
.
”Creo que no supimos hacer bien las cosas””””…………..Viva la democracia!

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