domingo, julio 30, 2006

Los microrrelatos

Siguiendo la certera máxima "lo bueno, si breve, dos veces bueno", los microrrelatos constituyen un género literario en sí mismo. Microcuento, minicuento, cuento minúsculo, cuento en miniatura, incluso cuentículo, son varias las denominaciones que recibe esta clase de cuento brevísimo, el microrrelato.

El microrrelato no significa de modo alguno un fenómeno literario reciente, por el contrario, puede situarse su auge en el último medio siglo, de la mano de insignes cultivadores de la ficción hispanoamericana como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, y Augusto Monterroso.

El microrrelato tiene su raíz en la tradición oral, en forma de fábulas y apólogos, y toma cuerpo en la Edad Media a través de la literatura didáctica, que se vale de leyendas, adivinanzas y parábolas. Algunos han visto el microrrelato como la versión en prosa del haiku oriental y otros lo han hecho derivar de la literatura lapidaria.

Pero es en la época moderna, al nacer el cuento como género literario, cuando el microrrelato se populariza en la literatura en español gracias a la concurrencia de dos fenómenos de distinta índole: la explosión de las vanguardias con su renovación expresiva y la proliferación de revistas que exigían textos breves ilustrados para llenar sus páginas culturales. Algunas de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna son verdaderos cuentos de apenas una línea, y también Rubén Darío y Vicente Huidobro publicaron minicuentos desde diversas estéticas. Junto a estos autores, la crítica señala también al mexicano Julio Torri y a Leopoldo Lugones como decisivos precursores del actual microrrelato.

Proliferan así estos "cuentos concentrados al máximo, bellos como teoremas" -según expresión del argentino David Lagmanovich- que, con su despojamiento, ponen a prueba "nuestras maneras rutinarias de leer". Para diferenciarlos de los aforismos, las frases lapidarias o los miniensayos, deben cumplir los principios básicos de la narratividad, aunque de una forma extravagantemente concentrada. Son, casi siempre, ejercicios de reescritura, o minúsculo laboratorio de experimentación del lenguaje, o ambiciosa pretensión de encerrar en unas líneas una visión trascendente del mundo.

Pero queda una sospecha: ¿no habrá en todo esto un poco de pereza? Con su humor de siempre, Augusto Monterroso parece sembrar la duda cuando escribe: "Lo cierto es que el escritor de brevedades nada anhela más en el mundo que escribir interminablemente largos textos en que la imaginación no tenga que trabajar, en que hechos, cosas, animales y hombres se crucen, se busquen o se huyan, vivan, convivan, se amen o derramen libremente su sangre sin sujeción al punto y coma, al punto".

- MICRORRELATO DE GARCIA MARQUEZ

"...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida".

- MICRORRELATO DE GABRIEL JIMENEZ EMAN

"Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello".

- MICRORRELATO DE JOSE ANTONIO MARTIN

"Cuento que me contó una vez mi hija Adriana fastidiada de que le pidiera un cuento: HABÍA UNA VEZ UN COLORÍN COLORADO".

- Of course, la amo
Mi mujer se ha fugado con el instructor de golf. Patético. Pero en todo caso, no ha de negar que la conozco bien... para San Valentín le encargué un juego de palos con mango de caoba.
(Barón von P.)

-DORMIR ES SUICIDARSE un poco cada noche.
-Usted es soltero.
-¿Cómo lo sabe?
LE PEDÍ el Excelsior y me trajo El Popular. Le pedí Delicados y me trajo Chesterfield. Le pedí una cerveza clara y me la trajo negra. La sangre y la cerveza, revueltas, por el suelo, no son una buena combinación.
ERA MÁS INTELIGENTE que yo, más rico que yo, más desprendido que yo; era más alto que yo, más guapo, más listo; vestía mejor, hablaba mejor; si ustedes creen que no son eximentes, son tontos. Siempre pensé en la manera de deshacerme de él. Hice mal en envenenarlo: sufrió demasiado. Eso, lo siento. Yo quería que muriera de repente.

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