El modelo chileno
"El modelo económico no se entiende, entre otras cosas, sin dieciséis años de dictadura. Y si la receta es tener dieciséis años de dictadura, entonces no se lo recomiendo a nadie. El de Chile fue un éxito, pero en condiciones muy particulares, con una apertura muy precoz. Chile fue el primer país latinoamericano que se abrió al mundo, y tiene ciertas características especiales. Chile tiene cierta dotación de recursos, es un país muy limpio desde el punto de vista fitosanitario, casi una isla por la cordillera y el mar. Y con un Estado que razonablemente funcionaba y que el gobierno militar no desarmó. La principal empresa de Chile sigue siendo Codelco, que es estatal".
"Un segundo tema importante es el mercado salarial y los temas de negociación colectiva. En Chile se negocia colectivamente menos del 10 por ciento de la masa salarial. No hay incentivos a formar sindicatos porque no hay negociación colectiva. Y nuestra estructura productiva genera desigualdad. La mayor parte de los sectores dinámicos, salvo la gran minería, generan relaciones laborales muy precarias: por ejemplo, el sector agroindustrial está apoyado en trabajadores mal pagados, sin cobertura social. Lo mismo con el sector forestal, uno de los grandes sectores exportadores, con salarios mínimos de 120 dólares".
"Cuando Pinochet dejó la presidencia, Chile tenía casi 40 por ciento de pobreza, fue una buena decisión haberse focalizado en los sectores más pobres, aunque hoy sea insuficiente. De 38,9 por ciento en 1990 de pobreza pasamos a 13,8, una baja sustancial. No hay ningún otro país de América latina que haya logrado esto. La indigencia también bajó mucho, hoy se encuentra por debajo del 5 por ciento gracias a los planes sociales específicos, profundizados durante el gobierno de Lagos. ¿Qué ocurre ahora? Hay un sector de clase media empobrecida, que no llega a ser pobre, pero que tiene grandes costos y pocos beneficios. Al ser un sistema económico totalmente privatizado, este sector sufre mucho: la universidad es cara, las tarifas son caras. Y la gente ha entrado en niveles de consumo importantes, son sectores que están bajo un gran agobio económico. Este sector es el centro de una cierta desazón, incomodidad, malestar. Ven el consumo, participan de alguna forma, pero les cuesta incorporarse plenamente. La cuestión es cómo dar un salto en estos sectores medios empobrecidos".
"El gran tema que tenemos hoy por delante es la reforma del sistema de previsión social, va a generar un impacto internacional. Chile era presentado como joyita de la reforma previsional por su sistema privado de capitalización individual. La vendieron en todas partes: en Argentina, en los pobres países de Europa del Este. La vendieron sin misericordia. Y ahora tenemos un sistema en el que el 50 por ciento de los trabajadores no tiene previsión. Y de los que están adentro, a una parte importante no le alcanza para la pensión mínima. Se necesita un cambio importante: se va a establecer una pensión mínima solidaria para todos y se van a mejorar las pensiones más bajas".
"El nuevo sistema sigue siendo totalmente privado, eso no se cuestionó. La reforma crea un gran pilar solidario, pero sin cuestionar la capitalización individual. Este pilar solidario permite que aquellas personas que no tienen pensiones tengan algo. Y que aquellas que tienen pero no llegan, reciban un adicional para mejorar".
"Chile que ha ido generando una cierta base productiva, a la que le falta, por supuesto, porque le falta innovación, diversificación, está muy concentrada en recursos naturales, pero tiene cierto dinamismo. Hay una clase empresarial que pasó por todos los rigores de la apertura, la competencia y que hoy sale al mundo. Son empresarios que están en Brasil, en Argentina. El problema principal es el subdesarrollo político. Tenemos un presidencialismo demasiado fuerte. Nosotros, a finales de los ’80, pensábamos que había que atenuar el presidencialismo, que venía de la historia del siglo XX y que fue agudizado por Pinochet. Pero los presidentes de la Concertación se acomodaron a eso. Era lógico que Ailwyn lo hiciera, también Frei, porque aún estaba Pinochet, con mucho poder, y había que enfrentarlo. Pero ya Lagos podría haber hecho otra cosa. Los grandes problemas de Bachelet hoy tienen que ver con eso. Se crean vacíos porque el presidente no puede ocuparse de todo. Y entonces el que se ocupa de todo es el ministro de Hacienda".
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