Latinoamérica y los idiotas
A propósito del libro “EL REGRESO DEL IDIOTA”, de Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner, y Alvaro Vargas Llosa.
por Eduardo Zamorano - abogado / columnista radial
A comienzos de 2003 afirmamos que en América Latina se profundizaría una tendencia a los gobiernos populistas y/o centroizquierdistas. En ese momento, ya ejercían la presidencia de sus respectivos países Lula, Chávez, y Lucio Gutiérrez, en tanto que Néstor Kirchner había sido consagrado por la defección de Menem en el ballottage aunque sin haber asumido formalmente.
Hoy, nuestro anticipo está rotundamente confirmado ya que: los dos nombrados en primer término continúan en sus cargos; el tercero fue reemplazado por el economista Rafael Correa de orientación aún más radicalizada; por último Kirchner dio un paso al costado permitiendo que su esposa Cristina -ganadora por amplísimo margen- ocupe la presidencia de la Argentina.
Pero, además de los antes mencionados, se agregaron en una línea similar aunque con ciertas matizaciones: Evo Morales (Bolivia); Tabaré Vázquez (Uruguay); Daniel Ortega (Nicaragüa); y Michelle Bachellet (Chile).
Situándonos en la década de los noventa, es notorio que la región ha girado hacia la izquierda en sus preferencias políticas.
La constatación de este fenómeno impulsó a Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner, y Alvaro Vargas Llosa a descerrajar una virulenta crítica a estas inclinaciones populares, a través de su último libro “EL REGRESO DEL IDIOTA”, Editorial Sudamericana 2007.
Los autores, enrolados en la ortodoxia liberal, embisten contra estas nuevas experiencias políticas motejando de “IDIOTAS” a sus ejecutores, inspiradores, defensores y, ciertamente también a los sufridos votantes. Decimos que los simples electores también caen bajo la picota porque, a diferencia de quienes gobernaron en décadas pasadas, los actuales idiotas dirigenciales fueron ungidos por la voluntad popular.
La agresividad del título de la obra no parece una buena carta de presentación para quienes se postulan como defensores acérrimos de la libertad, el pluralismo, y las sociedades abiertas popperianas.
En rigor, este libro es una suerte de secuela del “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano”, publicado más de diez años atrás, en pleno apogeo de administraciones próximas a las ideas neoliberales nacidas al calor del Consenso de Washington. Precisamente, llama la atención que en el nuevo trabajo sean escasas -o directamente brillen por ausencia- las referencias a aquellos gobiernos que, si se quiere de modo limitado o imperfecto, ensayaron las ideas y metodologías auspiciadas por los autores.
Tal vez hayan preferido soslayar la evaluación de estas intentonas considerando sus resultados. En efecto, a la sombra de esos experimentos neoliberales, los países del área no mejoraron sustancialmente sus indicadores macroeconómicos y, peor aún, vieron erosionar la calidad de vida de las franjas mayoritarias de su población.
En este sentido, los escasos pasajes del libro referidos a este notable fracaso se escudan en la ultra especificidad del auténtico liberalismo. Traducido al criollo el argumento es: “que parecían pero……en realidad no eran liberales”.
La escapatoria por el lado de la pureza absoluta de las doctrinas económicas podría ser atendible si los autores fueran igualmente estrictos al valorar las experiencias que deploran. Sin embargo, no las miden con la misma vara. Por el contrario, si bien reconocen diferencias entre, por ejemplo, Bachellet
(calificada de “izquierda hervíbora”) y Chávez (motejado de “izquierda carnívora” ), terminan por meter a todos en la misma bolsa usando el añoso refrán macartista: “si camina como pato; nada como pato; grazna como pato; PUES ES UN PATO”.
A esta altura del comentario, el lector -advertido que no suscribimos la tesis central del libro- aguardará que prosigamos con la enumeración de discrepancias.
Empero los sorprenderemos rescatando aspectos del libro que nos parecen interesantes y atinados en sus formulaciones.
1.- El capítulo titulado “Dónde y cuándo surgió la idiotez” hace una síntesis de los diversos sedimentos culturales en que abrevaron las elites latinoamericanas - por cierto, ello terminó trasladándose a los pueblos y modelando su idiosincrasia- que determinaron conductas negativas para emprender el camino del desarrollo, tales como: reactividad al cumplimiento de la ley; complacencia ante la corrupción; suspicacia ante una empresa exitosa; fascinación por los caudillos; y persistencia en eludir las responsabilidades propias recurriendo al consabido chivo expiatorio, entre otros lastres ancestrales.
2.- También nos pareció valioso el capítulo: “Breve galería de cinco idiotas sin fronteras”.
Allí se denuncia sin eufemismos ciertas hipocresías “políticamente correctas” de algunos intelectuales del primer mundo que ven el partido desde la platea. Con sus traseros descansando en cómodas poltronas propician y/o justifican para América Latina situaciones de violencia anárquica que, difícilmente, tolerarían en sus opulentas residencias.
3.- Igualmente destacable resulta el capítulo: “Indígenas o Disfrazados” que desmitifica con rigurosidad la moda del “indigenismo”, entendiendo por tal la ideología que reivindica las culturas precolombinas en detrimento de los valores de la modernidad.
Obviamente que los auténticos pueblos originarios merecen el máximo respeto a sus costumbres y tradiciones, así como amplias garantías para practicarlas sin interferencias. Pero el reconocimiento de este legítimo espacio no significa tirar por la borda la esencia cultural amasada durante quinientos años por colonizadores e inmigrantes y sus descendientes (blancos, negros, y mestizos) que habitaron estas comarcas y construyeron su historia.
Hay ciertos emprendimientos de cuño indigenista que preocupan, como los intentos para reformar la Constitución de Bolivia, reponiendo los valores precolombinos que incluyen, por ejemplo, las penas corporales (azotes, apaleamientos, etc) para los delincuentes.
¿Qué diría nuestro Doctor Eugenio Zaffaroni?
En suma un libro que, a nuestro humilde entender, tiene defectos y virtudes.
De allí que nuestra recomendación será selectiva y con metáforas vacacionales, a saber:
Los liberales fundamentalistas pueden zambullirse y disfrutar del mar.
Quienes tengan la mente abierta y sean reacios a los casilleros ideológicos, métanse al agua con cautela, munidos de antiparras y patas de rana.
Fanáticos populistas y/o izquierdistas opten por el trekking en la montaña, preferentemente Sierra Maestra o la Quebrada del Yuro.
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