El colega Eduardo Feinman -cuesta designarlo así, pero no deja de un par de profesión- ha encarado un nueva operación de prensa demonizadora.
En este caso, el periodista de ideario tan de centro - izquierda como el matrimonio presidencial gobernante, ha sacado a la luz dos viejas denuncias judiciales contra el senador de la UCR Emilio Rached, en su ciclo televisivo de la señal de cable del ex menemista y ex nacionalista carapintada Daniel Hadad, C5N -el canal que en le medio se conoce simpáticamente como Cristina 5 Néstor-.
Cabe recordar que Rached fue quien con su voto permitió cristalizar el empate en 36 sufragios en el Senado nacional, lo que dio lugar a la definición del vicepresidente Julio Cobos, destruyendo ya no sólo el deseo K una vez conseguido el apoyo del defensor de los derechos humanos Ramón Saadi sino también las ambiciones del gobernador radical K de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, que esperaba tras ejercer presión sobre el legislador con su pronunciamiento sumar fidelidad a los Kirchner.
Cara de piedra como pocos, Feinman aclaró: “Dejamos pasar el tiempo para que no piensen que es una operación y fuimos a los papeles”, para dar paso a comunicar que Rached en el pasado estuvo preso por 48 horas tras una denuncia por violación y que también había sido denunciado por agresión contra un menor, en ambos casos en Pinto, su pueblo natal.
Rached había sido sobreseído en esa primera causa, que data de 1998, tras pasar 48 horas detenido en una comisaría.
Mentir, manipular y como si esto fuera poco adentrarse en la vida privada de la gente –se trate de quien se trate- retrata el nivel del que motoriza este tipo de falsas denuncias como persona, ya no sólo como comunicador.
El accionar de Feinman resulta deshonroso para quienes amamos esta profesión. Sin embargo, lo peor reside en que sin dudas no es el único periodista que opera de esta manera, en tanto en términos institucionales lo más censurable es que este tipo de operaciones difamatorias las pagamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos desde hace años ya que en general son movilizadas por sobres con billetes pesados que seguramente provienen de algún oscuro estamento estatal cercano a Casa de Gobierno.
El Estado ha gastado fondos exorbitantes con otros gobiernos en el pasado y sigue haciéndolo en el presente con esta administración con el objeto de enlodar a aquellos que se oponen a sus intereses. Lo más triste es pensar que quizás, en definitiva, resulta utópico anhelar que estas prácticas no persistirán en el futuro cercano.
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