jueves, diciembre 18, 2008

Adiós Cobos, un fin K

La verborragia y beligerancia reforzada estas últimas horas del ex presidente Néstor Kirchner hacia la figura de Julio Cobos no es casual ni fruto del arrebato exultante: tiene el claro fin de forzar al vice a dimitir cuanto antes.

El ex primer mandatario está convencido de que si logra que el mendocino se incline por este gesto intempestivo y lo más lejos posible de los comicios presidenciales del 2011, el titular del Senado se verá afectado en términos de imagen, en tanto calcula que al hallarse de regreso en el llano político sufrirá un desgaste que afectará el boom de su súbita popularidad entre la ciudadanía.

La opción electoral opositora Cobos se da de bruces con el deseo K de elegir con qué rivales políticos competir, a diferencia de actores como Mauricio Macri y Elisa Carrió, más afectos al deseo oficial confrontativo y modélico.

No se debe dejar de reparar al mismo tiempo en que quien edificó la elevada popularidad del mendocino y lo dotó del liderazgo del que desde hace 5 meses dan cuenta las encuestas que lo erigen mes a mes como el político con más apoyo a partir de aquel 17 de julio de su voto “no positivo” en el Senado no es otro que el propio Néstor Kirchner debido a su repetida intransigencia ante la protesta del campo.

Ahora, la estrategia K reside en instalar la idea de que Cobos es un hombre del espectro opositor cual especie de virus instalado en lo más alto del poder, un dato que no deja de tener su cierta base real partiendo de esta Argentina paradojal donde efectivamente el vicepresidente busca ser alternativa del gobierno que integra en el futuro cercano (léase 2011).

Sin embargo, esa pretendida construcción K resulta por demás peligrosa si se toma en cuenta el riesgo que corre de hacerle el juego a Cobos.

Cada vez Néstor Kirchner -un dirigente con popularidad en franco retroceso, que hoy posee la mitad de imagen positiva de Cobos, pero a diferencia del cuyano suma una elevada imagen negativa- habla mal del titular del Senado no hace más que elevarlo e instalarlo como opción superadora al matrimonio gobernante, ampliamente desgastado en términos de credibilidad y confianza en la sociedad.

El titular del PJ sabe que forzar a Cobos a declinar su alto cargo es una misión ímproba, y de hecho su ultima ofensiva en tal sentido se vio obstaculizada por la encerrona del proyecto de plebiscito que el ex gobernador mendocino motorizó a través de sus operadores -una iniciativa tan hábil en términos políticos como descabellada en terreno institucional- que hubiera dejado en manos de la ciudadanía la decisión acerca de la continuidad o no del vice en su función.


Ese referéndum de hecho no hubiera significado otra cosa que una virtual compulsa popular que hubiera confrontado a los Kirchner vs Cobos, jugada a la que el kirchnerismo nunca se iba a prestar ante la evidente derrota a la que se exponía.

En este marco, la apuesta K se basa en impulsar por todos los medios una prematura renuncia de Cobos pretendiendo que el titular de la Cámara Alta sea sancionado por la ciudadanía por su abandono intempestivo del barco y a la vez creyendo que su retorno a la arena política lo bajará del pedestal que posee también en términos de cobertura mediática por ser actor a la vez del Ejecutivo y del Legislativo.

La estrategia se percibe a priori en línea con las últimas iniciativas K: ambiciosas en sus expectativas y de dudosa consistencia fáctica.

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