"De cosas que aún no comprendemos"...los cuentos de Bernardo Poblet
A esta altura del verano pero en 2007, Eduardo Zamorano volvía a despuntar el vicio de la comunicación -del que es afecto apasionado como lo da cuenta este espacio virtual- comentando un libro publicado en 2006 que nos ha tocado muy especialmente.
Zamorano -abogado de profesión- fruto de su ávido afán de lector reseñaba el libro de cuentos de Bernardo Poblet, nuestro columnista encargado de la mirada del ciudadano de a pie en nuestro ciclo en Radio Cultura Construccióin Plural
Creemos muy válido recuperar aquella mirada de EZ a fin de subrayar la narrativa de Poblet.
Por Eduardo Zamorano
Hechos inexplicables por la pluma de un racionalista
Luego de su interesante alquimia de tango, lunfardo y temas empresarios ( “La Empresa y el Tango”, comentado en esta página en 2006), Bernardo Poblet nos sorprende gratamente con un libro de ficción; más precisamente, del género literario que se ha dado en llamar, quizás con exceso de generalismo, “ciencia ficción”.
Este volúmen, sugestivamente titulado “De cosas que aún no comprendemos…” (Editorial Dunken 2006), consta de diez cuentos, de mediano porte, con un hilo conductor: situaciones misteriosas e inexplicables que cruzan la vida de los mortales, y para las cuales no existe “aún” -como se ataja Bernardo (en el fondo, un devoto cientificista) en el título- una explicación racional.
Si bien todos los relatos están surcados por un hálito sobrenatural, cada uno de ellos responde a una cuerda específica dentro del género aludido. El público suele asociar la literatura de “ciencia ficción” con las profecías futuristas del entrañable Julio Verne o con historias de extraterrestres, cuando en rigor abarca una gama más vasta de experiencias y matices.
Prueba de ello es el libro de Poblet, cuyos cuentos incursionan en múltiples variantes.
“La Muñeca Africana”; “El Espíritu del Jardín”; y “El Agua”, bucean lo insondable de creencias animistas y orientales.
“Creo en Dios Padre todopoderoso” y “Creo que descubrí una estrella”, interpelan por igual al dogmatismo religioso y científico.
“El Pajaro” y “El Fantasma de la Laguna”, apelan a la mitología gauchesca.
“La Casa” (muy recomendable para estresados crónicos), juega con un “deja vu” suavemente freudiano.
“Chacabuco 1050 cuarto piso B-Capital”, sugiere un espiritismo romántico y vengativo.
Por último, en “La Misión” sí incursiona en la clásica ciencia ficción de cuño futurista.
Como puede verse, hay para todos los gustos.
Más allá de la envidiable imaginación plasmada en los relatos, Poblet se revela como un narrador potente, cualidad fácil de descubrir: iniciada la lectura de un cuento no se abandona hasta concluírlo.
Su prosa es amable y coloquial; en ocasiones utiliza la primera persona -¿estará asumiendo experiencias personales?- y en otras, como narrador omniciente, prefiere tomar distancia de sus personajes.
Como en todos sus trabajos, cuenta con el apoyo gráfico de Normita Leguizamón que ilustra atinadamente cada cuento así como la portada del libro. ¿Será Normita la encarnación terrena de la “Ianara” del cuento “La Misión”?
Evidentemente, el amigo Bernardo no se anda con chiquitas. En esta oportunidad, se le animó a un género harto difícil, frecuentado por grandes de nuestra literatura como Borges y Cortázar.
Llama la atención que en los días que corren pocos autores argentinos se involucran en estas temáticas. Hay quienes afirman que temen la competencia desleal de los diarios, en cuyas páginas las noticias cotidianas remedan la ciencia ficción o el realismo mágico.
Decíamos al comienzo del comentario que todos los cuentos poseen un común denominador referido al género literario. Pero también comparten la atmósfera de optimismo que transfieren al lector. Poblet ha pretendido -y vaya si lo logró- insuflar un mensaje esperanzador: detrás de las cosas que no comprendemos pueden hallarse pequeños tesoros: ¡Vale la pena emprender su búsqueda!
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