Disparen contra los mitos
Por Eduardo Zamorano
Juan José Sebreli, sociólogo autodidacta, inconformista sartreano durante su primera etapa, frecuentador de Victoria Ocampo, Oscar Masotta y otras celebrities del mundillo cultural en los cincuenta y sesenta, culmina su notable trayectoria aproximándose a posturas políticas moderadas que algunos, con ligereza o mala fe, etiquetan de neoconservadoras.
Se compartan o no sus postulaciones, siempre polémicas, este fecundo ensayista ha resguardado una coherencia en su pensamiento: racionalista a ultranza, devoto de una suerte de marxismo evolucionista, acérrimo enemigo de románticos, nacionalistas y populistas, podríamos ubicarlo como un fiel seguidor de los caminos de la “RECTA RAZÓN”.
En su último libro “COMEDIANTES Y MÁRTIRES- Ensayo contra los Mitos”, Editorial Debate 2008, obra merecedora del “PREMIO DE ENSAYO CASA DE AMERICA”, intenta deconstruir los cuatro paladines del imaginario argentino: GARDEL, EVITA, EL CHE, Y MARADONA.
No puede negarse que Sebreli atesora, desde sus lejanas rebeldías juveniles, un espíritu iconoclasta acompañado de una ostensible despreocupación por ganarse la simpatía de las grandes mayorías nacionales. Su empeñosa tarea en demoler estos grandes ídolos de la argentinidad no es la mejor estrategia para “ganar amigos” dentro del amplio espectro de nuestra cultura doméstica: desde fanáticos melómanos del “zorzal criollo” hasta los feligreses del “diez”, atravesando los obsesivos idólatras de la “abanderada de los humildes” y “san Ernesto de la higuera”.
Este autor ya se había ocupado en obras anteriores de estos personajes, pero aquí amplía datos, sistematiza el análisis, y compara las figuras, aggiornando su anterior visión de estos fenómenos.
Por lo dicho hasta aquí, el lector advertirá que recomendamos el libro porque estimula el pensamiento crítico a través de una prosa amena y atractiva. Ello no impide tomar distancia de ciertas rigideces intelectuales inherentes a la formación del autor.
A nuestro modesto entender, el capítulo segundo es el más logrado de la obra; en él se cruzan los cuatro personajes haciendo eje en sus muchas semejanzas aunque sin olvidar algunas de sus diferencias.
Simplemente, como anticipo, brindamos un pequeño resumen de las similitudes marcadas por el autor que más nos impactaron.
1.- El ensayista busca el origen de estos mitos en la enseñanza escolar impartida desde antiguo en nuestro país. Primero fue el culto a los próceres inmaculados que forjaron nuestra nacionalidad; luego -populismo mediante- cedieron paso a los héroes de masas; finalmente, desembocaron en los actuales íconos mediáticos.
Según Sebreli existiría, pues, una tradición, largamente elaborada, de construir figuras simbólicas que sinteticen las expectativas de la gente permitiendo la sensación de completitud que emana de la proyección/ identificación.
2.- En la emergencia de algunos de estos ídolos la casualidad o el azar jugó un rol no desdeñable. ¿Cuál hubiera sido el destino de la estrellita de segundo orden sin su afortunado encuentro con el Coronel en imparable ascenso político? ¿Cuál la trayectoria del joven médico argentino, viajero impenitente y lector voraz, sin el deslumbrante cruce con un nacionalista cubano verborrágico y aguerrido?
Menos incidencia tiene la diosa fortuna en Gardel y Maradona que, a más sus talentos incuestionables, trabajaron fuerte y duro para sobresalir.
3.- Los cuatro se presentan con inquietantes dualidades:
Gardel es el cantor del pueblo pero también el cínico gigoló que entristece el corazón de niñas desairadas, y adelgaza las billeteras de maduras complacientes.
Evita se beatifica en la protectora de los pobres, y aterroriza a propios y ajenos como la dama del látigo.
El Che despierta unánime admiración como el sacrificado idealista, y peligrosas emulaciones como la fría máquina de matar.
Diego es el gran mago de la pelota, y también el jactancioso e insoportable autorreferencial.
4.- Todos tuvieron diversas ideologías. Gardel (conservador); Evita (populista); El Che (comunista), y Diego (camaleónico). Empero, cuando menos en nuestro país, el populismo que, con formatos cambiantes nos envuelve desde hace más de medio siglo, terminó fagocitando a los cuatro.
5.- Una condición, al parecer necesaria aunque no suficiente en el proceso de creación del mito, es la muerte joven y relativamente inesperada. En el caso de Maradona la regla no se cumplió, aunque sus promocionados padecimientos con la droga y los efectos colaterales de esta adicción obraron como poderoso sensibilizante en el ánimo de las multitudes.
Por último una atinada observación del autor: su entronización como mitos se produce en tan sólo sesenta años.
Sin embargo, pese a la brevedad de este lapso, no se conocieron entre sí.
Tal vez sólo mezclaron sus respectivos simbolismos: una foto de Carlitos en la modesta casa de los Toldos; la perplejidad del joven Ernesto ante las exequias imponentes de Eva; y sí esto confirmado, la fiera mirada del Che desde los antebrazos del gran futbolista.
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