Por Fernando Mauri
El resultado del sondeo de Poliarquía publicado en tapa de LA NACION el último domingo -inesperado hasta para el candidato al que la encuesta ubicó en primer lugar ya que cabe recordar que Francisco de Narváez declaró días antes en lo que no pareció una estrategia buscada que estaba segundo aunque cerca de Néstor Kirchner- parece haber sacado a la luz otros trabajos en la misma línea.
Ya lo señalábamos el lunes, Giacobbe y Asociados viene hace tiempo coincidiendo en que Kirchner perdería en pcia. de Bs. As., tal como lo señalaba en este post anterior de mayo a partir de una entrevista nuestra en Radio Cultura:
El nuevo giro K -buscado a no- patentiza que Poliarquía -puntito más, puntito menos- no está en la foto-radiografía del momento lejos de la realidad, y rompe la idea que buscó instalar con cierta habilidad el comando K de triunfo asegurado con una ventaja de entre al menos 8-10 pts. porcentuales y una paridad en el segundo puesto a partir de un estancamiento de Francisco de Narváez y un crecimiento de Margarita Stolbizer, lo que impulsaba la certeza de un éxito K y la no necesidad de un voto útil que fortaleciera a la mejor situada entre las fuerzas opositoras.
Néstor tiende a un flagrante error que le puede costar el triunfo que parecía casi garantizado en función del paquete de movidas de viveza criolla motorizadas por el patagónico: adelantamiento electoral, candidaturas estafa mal llamadas testimoniales, su propia postulación apostando al todo o nada, no cuestionar desde el oficialismo la postulación del represor Luis Patti en clara contravención de su pretendido ideario progre a fin de restarle votos a la Unión-PRO, generar al Narváez trucho para robarle votos a Francisco de Narváez y los atisbos de fraude el día del comicio.
A esto hay que sumar la suerte -esas cuestiones aleatorias que agregan bastante, a veces- que Kirchner soñó con capitalizar de la pérdida de Raúl Alfonsín, lo que motivó un cierto reverdecer de la autoestima de la UCR que pudo apuntar a nivelar las fuerzas opositoras.
Ahora, cegado, y lejos del caminante tierno y del orador susurrante del conurbano, Kirchner pierde la línea de nuevo. El patagónico parece haberse salido de eje, porque nada tiende a asegurar una victoria por buena diferencia, y busca enfrentar por vía de la justicia domesticada al postulante colombiano de centro derecha, y polariza permitiendo su victimización y corriendo el riesgo de profundizar una tendencia al voto útil que desguarece a la lista del Acuerdo Cívico y Social panradical.
En definitiva, el ex presidente corre de repetir el riesgo Cobos: cual boomerang, agrandar en un efecto contrario al buscado al enemigo (no rival, hablando en términos de lógica K).
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