Por Raúl Ochoa - economista
Intentaré en este artículo reflexionar sobre las consecuencias internacionales, académicas e institucionales de la falsificación sistemática sobre la realidad económica, productiva y social de nuestro país perpetrada a través de la intervención del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos – INDEC – desde enero del 2007 hasta la fecha: Dos años y medio.
Muchos de los análisis y evaluaciones sobre las consecuencias de esta falsificación se centran en la imposibilidad de acceso al crédito internacional mientras esta situación se mantenga y a los potenciales daños y causas judiciales producto de la subestimación del CER en las cláusulas contractuales de los bonos de la deuda argentina emitidos con esa base de indexación y que acumulan una subestimación del ajuste no menor al 30 % en este período de mas de dos años.
Ambas cuestiones son ciertas y son de gran importancia para el presente y más en el futuro, si la Argentina pretende en algún momento volver a tomar deuda voluntaria en el mercado local e internacional, pero sin embargo hay otros aspectos tanto o más significativos a tener en cuenta.
Nuestro país participa en cantidad de organismos internacionales y por lo tanto sus datos son tomados para diversas fuentes de información en la CEPAL, ONU, OMC, BID, CAF, BM, FMI, OCDE, etc. En otras palabras, mas allá del acceso al crédito internacional hay innumerables bases de carácter regional o mundial “contaminados” por la inexactitud de la información suministrada oficialmente desde la Argentina y que obliga a diversos organismos a dejar sentada las diferencias a través de cálculos provenientes de fuentes privadas locales – en general consultoras o centros de estudios de universidades o entidades gremiales – que básicamente se refieren a la evolución de los precios y la actividad económica pero lógicamente sin el rigor científico-técnico y la capacidad profesional de los responsables de los sistemas de encuestas permanentes y bases de datos de un organismo dedicado específicamente a esa tarea. De esos informes a su vez se deduce cual sería el nivel de ocupación, el desempleo, la evolución del salario real, el porcentaje de población por debajo de la línea de pobreza y el crecimiento real de la economía.
En la realidad, la Argentina desde el punto de vista internacional se ha transformado en un país “paria” que engaña (o cree engañar) a propios y extraños, manipulando su información económica y social. Este sesgo irracional perpetrado desde el actual gobierno tiene lamentables consecuencias mucho más duraderas que el mero hecho de los dos y medio años ya transcurridos, pues aún en el supuesto que se intentara volver a las fuentes y reiniciar un INDEC creíble, la comunidad internacional pública y privada tiene clara la visión de un país de engaños y falsificaciones de su propia realidad.
Decía al principio que había otras consecuencias de esta falsificación y me refería a lo académico y lo institucional; en este sentido ha resultado notable el escaso o nulo debate universitario y académico sobre las implicancias de esta irracional manipulación de los datos estadísticos tanto en el presente como en el futuro. Muchas veces y con razón se ha criticado a los políticos por no estar a la altura de las circunstancias y vivir en una especie de “ burbuja propia” pero no es menos cierto que han sido muy pocas las voces desde lo universitario o lo académico o por los colegios profesionales que hayan dado a conocer sus posiciones y hayan alertado sobre sus consecuencias a las autoridades y a la población.
Consultando a colegas al respecto, algunos sostienen que dicha actitud de silencio obedece a un mecanismo de “ autocensura” frente a las posibles represalias que sobrevendrían sobre los que denunciaran esta situación anómala; otros argumentan que podría considerarse una cuestión política aventurarse en un debate crítico sobre este tema. Ambas argumentaciones me resultan sino falaces, de escasos fundamentos, pues una de las cuestiones que justamente dan valor a lo universitario y académico es la capacidad de debatir y criticar, en otras palabras la elaboración de pensamiento y de visión.
No menos penoso es escuchar al ex titular de la UIA – 14 de julio por Radio Continental - que frente a la ratificación de Guillermo Moreno y sobre su manipulación del INDEC – entre otras “hazañas” – manifestar que el problema de los índices pasa por un problema metodológico que hay que evaluar ya que si se observan los índices de los Estados Unidos existen diversas formas de medición para atender diferentes conceptos de los precios de la economía(sic) Sería bueno que aclarara entonces, porque desde esa central empresaria se convalidaban ajustes salariales que triplicaban el índice oficial de precios al consumidor, cuando en la práctica esos aumentos sólo servían para restituir parcialmente la pérdida de los salarios reales carcomidos por la inflación pasada.
Mi llamado a la reflexión en esta tema es para advertir que el aislamiento de nuestro país – ningún jefe de estado o primer ministro importante visita la Argentina excepción hecha de Lula – reconoce entre otras causas, esta deliberada manipulación de los datos de nuestra propia realidad y la ausencia de un cuestionamiento profundo propio de un país serio y con una intelectualidad comprometida con su futuro.
No es casualidad por lo tanto que muchos de los temas de la agenda argentina suenen a rancio y viejo, mientras que otros países incluidos los emergentes enfrentan temas como la mitigación del cambio climático, la eficiencia energética, las energías renovables, la seguridad alimentaria, el combate a la pobreza y la nueva arquitectura global pos crisis económica.
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