Por Fernando Mauri
Pura kosmética. No hay otra forma de calificar las pretendidas modificaciones gubernamentales tras dos años de manipulaciones motorizadas por el oficialismo en el Indec.
Pese que Cristina Kirchner dijo sentirse la “presidenta de la cuentas claras” -¿olvidó acaso la difusión de su patrimonio y el de su marido, conocido días pasados, por demás oscuro?- con el mismo nivel de increíble caradurismo al que los Kirchner son tan afectos, los cambios -tal como en el caso de los tibios enroques de su gabinete post profunda derrota en lo comicios del 28-06- no son más tales, sino apenas la puesta en movimiento de algunas piezas para que nada realmente mute.
Los nombres que comandarán el Indec hablan a las claras de que el omnipresente Guillermo Moreno y su gente seguirán comandando el instituto, ante la docilidad del devaluado Amando Boudou.
Además, el pase intra cartera económica por el cual el organismo deja la órbita de una secretaría -Política Económica- para recalar en el control directo del titular de Palacio de Hacienda no es más que un retoque formal y administrativo.
Por otro lado, la iniciativa de retrotraerse a 1999 para analizar la operatoria del organismo -dispuesta por el decreto 927- en lugar de centrarse en los últimos dos años y medio de intervención morenista (iniciada en enero de 2007) no se puede dejar de concebir más que como otra manera de licuar las flagrantes manipulaciones y a la vez alargar las conclusiones del consejo académico encargado de la tarea.
Tan censurable como ello es que la revisión sólo habrá de incluir la llamada "Metodología 33", esto es, el cálculo de inflación, dejando fuera del alcance del aclamado remozamiento estudios relativos a otros indicadores cuestionados (los que exhiben la pobreza, la actividad económica, etc.).
Maravilla K: lo que debió ser acotado -estudiar desde enero de 2007 y no desde 1999- se amplía para ser diluído, y lo que debió ser amplio -rectificar no sólo costo de vida sino pobreza, actividad etc. etc. - es acotado.
Más allá de las certezas consignadas que alejan de cualquier mirada optimista y ratifican el camino manipulador, caben otros interrogantes:
¿Cuándo finalizarán esas tareas académicas de revisión? ¿Serán durante 2010 o más aún, acercándonos a la elección presidencial de octubre de 2011 o peor, después de ella? ¿Las tareas consistirán en asesoramiento o auditoría? ¿Las universidades estatales acercarán sus especialistas tras haberlos elegido internamente o los asesores serán digitados por el Gobierno nacional? ¿Por qué sólo universidades públicas -casualmente núcleo de grupos ultra K como Carta Abierta o aún afines como la gente del Plan Fénix- serán convocadas sin posibilidad de interesar a facultades privadas?
Para concluir, hablando de Carta Abierta -un hallazgo de un analista sostenía días pasados que Néstor Kirchner está hoy más cerca de ser un integrante más de dicho nucleamiento que el otrora poderoso líder que signó los destinos del país por casi 6 años- el pseudo -y no verdadero- progresismo vernáculo debería reparar en lo que pretende ignorar y olvidar, más allá de tibias quejas sobre el accionar K en el Indec: bajo el infujo de Moreno, las patotas impusieron rigor y violencia sobre trabajadores estatales.
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