Aspectos relativos a la baja en la cotización del euro
Por Julio Gambina - Economista / Prof. de Economía Política en la Univ. Nac. de Rosario / Miembro de CLACSO
Columnista de Construcción Plural, el programa de Fernando Mauri
La baja de la cotización del euro es resultado de la crisis mundial que se expresa actualmente en la zona europea, y se asocia con cambios en las posiciones de los tenedores, especuladores o inversores en monedas (divisas), que saltan del euro al dólar o al yen.
De hecho, implica una devaluación de la moneda europea. La aspiración o imaginación de algunos analistas es que pase el ajuste europeo, y eso signifique la vuelta a la confianza en el euro y su cotización en alza. Claro que para ello los trabajadores de esos países deberán aceptar el ajuste en salarios y pensiones, y la sociedad, sufrir las consecuencias de la recesión derivada de un gigantesco achique en los presupuestos públicos.
Convengamos que son demasiados supuestos y que la realidad es una desvalorización del euro contra el dólar, algo diferente de lo que venía ocurriendo desde la aparición de la moneda europea. Es una guerra entre los países más poderosos para ver cómo se desembarazan del costo de la crisis de la economía mundial. El resultado es empobrecimiento en los Estados Unidos, en Europa y, claro, en todo el mundo.
Presión devaluadora en la Argentina. Ante esa situación, los productores agrarios y exportadores argentinos, entre otros, mediante sus organizaciones empresariales, demandan mayor ritmo de devaluación del peso para contrarrestar la devaluación del euro.
El tema es más complejo que la pretensión de resolver todo con la política cambiaria devaluacionista, ya que ésta tiene impacto negativo en la capacidad de consumo de los sectores más empobrecidos de la sociedad argentina. Recordemos la brutal transferencia de ingresos ocurrida en el 2002 y que generó condiciones de una acumulación sostenida de ganancias empresariales en el ciclo de crecimiento económico 2003-2007 y que, ante la caída de ese ritmo, se pretende resolver la ecuación con aumentos de precios internos: inflación.
La desvalorización del euro favorece las exportaciones europeas y encarece sus importaciones pagaderas en dólares, tanto como el pago de la deuda externa dolarizada, que como sabemos es importante en la mayoría de los países del Viejo Mundo. La devaluación del euro es contra el dólar, y la Argentina mantiene un vínculo con la moneda estadounidense en el desarrollo de su política cambiaria. Cuando el dólar se devaluaba, antes de que lo hiciera el euro, la Argentina acompañó la posición de la moneda de los Estados Unidos y ahora, con la devaluación del euro, ocurre una apreciación del dólar y del peso en la Argentina. Expresa la subordinación estructural de la economía local a los dictados desde Washington.
Lo cierto es que la revaluación actual del dólar podría afectar los precios de los commodities; sin embargo, también actúa contrarrestando esa situación la disminución de la oferta agrícola de los Estados Unidos, tanto por sequías previas como por aspectos especulativos de inversiones, especialmente en alimentos, producto de la crisis europea y las limitaciones de los negocios financieros en la coyuntura.
Por lo tanto, el tema de los precios internacionales es más complejo que un simple mecanismo de oferta y demanda de productos o monedas, y se asocia con temas como la especulación financiera con alimentos y otros productos primarios, que como en el caso del oro se vincula con la reserva de valor y la crisis de las monedas globales.
Hay que señalar que los precios de los alimentos crecieron durante la primera década de este siglo hasta el máximo de agosto del 2008, para reducir sus valores hasta un piso a comienzos del 2009, pero nunca inferior a los valores de fines del 2007, que ya eran muy elevados, y retomar un movimiento alcista comparable en la actualidad con los precios de fines del 2007, que como dijimos eran parte de un ciclo en ascenso desde principio de la década.
Es un hecho que la demanda de alimentos se mantiene a escala global por la tendencia al crecimiento que sostiene la economía de China y nada hace prever en el corto plazo una baja estructural de las compras de ese país, salvo restricciones temporarias como las que se produjeron en la compra de aceite de soja ante las restricciones que se presentaron a la importación de productos chinos por la Argentina.
Cambiar el modelo de producción. Pretendemos señalar con estas líneas que la solución argentina no pasa por la devaluación, y menos por el ciclo productivo favorable a los commodities organizados por las transnacionales de la alimentación y la biogenética.
Quizá sea el momento para pensar en términos de soberanía alimentaria, con otros beneficiarios: la agricultura familiar y una inserción regional diferente para el abastecimiento global de alimentos.
Claro, eso supone otro modelo de producción para satisfacer otras necesidades, ya no las ganancias empresariales, y eso nos lleva al debate político de la economía y de los sujetos para el cambio, una aspiración que aún no ocupa un lugar central en la agenda de discusión.
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