jueves, agosto 26, 2010

Ataque a Fibertel: ¿fruto del error o del ADN kichnerista?


Por Marcos Novaro es Sociólogo y Licenciado en Filosofía. Se desempeña
como investigador del CONICET y es docente de la UBA. 
Además, es columnista en nuestro ciclo CONSTRUCCION PLURAL, 
de Radio Cultura.
Es difícil, sino imposible, que en la disputa abierta en estos días en
torno al futuro deFibertel se repliquen las condiciones que signaron
el conflicto por las retenciones móviles a comienzos de 2008. Contra lo
que parecen creer muchos opositores (y tal vez también lo crean en el
propio grupo Clarín) es inviable en este caso tanto una amplia movilización
de los afectados que genere solidaridad social, como una resolución
parlamentaria que pueda frenar la ofensiva oficial. 
Pero, por otro lado, y contra los cálculos que parecen guiar los pasos
del gobierno, es indudable que el conflicto desatado con el anuncio de
De Vido también difiere, y lo hace aun en mayor medida, del que se
generó en torno a la televisación del fútbol: la iniciativa que se conoce
como Fútbol para Todos afectó en su momento un acuerdo monopólico
entre Clarín y la Asociación de Fútbol Argentino que perjudicaba a
otras empresas de medios y resultaba oneroso para muchos usuarios; 
lo hizo, por cierto, con un costo muy alto para el erario público, pero
éste por lo pronto ha podido disimularse en los meandros del
presupuesto nacional, y en cambio los beneficios que distribuye
(a los directivos de la AFA, los clubes y los teleespectadores) son 
tan inmediatos como sensibles.
Por más que los voceros oficiales dediquen a ello todo su esfuerzo,
les resultará difícil en el caso de Fibertel desmentir el hecho de que
su gobierno, en el afán de perjudicar a quienes considera sus
enemigos, impone costos inmerecidos e inesperados a los
consumidores, en un mercado hasta aquí bastante abierto y
competitivo. Por consecuencia, les costará también sostener
el argumento de que la oposición, al pronunciarse por la continuidad
de ese servicio, se “somete una vez más a las corporaciones” y
actúa como vocera del “monopolio mediático”. Y es que aunque
 Clarín no es equivalente al “campo”, tampoco es tan fácilmente
identificable en este caso como un “poder desmedido y concen- 
trado” que muchos (no sólo en el gobierno) creen necesario acotar.
¿Por qué el gobierno de los Kirchner actuó de este modo? 
 ¿Es que no vio la diferencia, se equivocó?, ¿o es que la diferencia
no le importa, porque hace otro cálculo, que a la larga le sigue
conviniendo radicalizar los conflictos, polarizar? La pregunta
es doblemente pertinente, porque el asunto de marras estalla en un
momento muy particular. Con la fuerte recuperación económica en
curso, una serie de indudables aciertos en su apuesta por 
“reconciliarse con la opinión pública”, en particular la de clase
media (festejos del Bicentenario, ley de matrimonio igualitario,
resolución -a medias al menos- del conflicto con Uruguay, etc.), 
y simultáneos traspiés de la oposición, el kirchnerismo tenía la
oportunidad de hacer precisamente lo opuesto de lo que hace:
es decir, correr a un costado a Guillermo Moreno, mostrarse
conciliador y centrado, y hablar de los temas que preocupan
a los indecisos (que son, aclaremos, los que más crecieron
en las encuestas: esos que ven tanto cosas buenas como
malas en el gobierno), para proponerle algún futuro 
mínimamente razonable al país. 
Es evidente ya que el kirchnerismo no seguirá ese camino. 
Sintomáticamente, halló en sus logros recientes la ocasión
para mostrar su indisposición a cambiar y su tendencia a
aprovechar cualquier ocasión que parezca propicia
para apostar a todo o nada, y traspasar todos los límites.
Dilapidando incluso los mejores esfuerzos de sus funcionarios,
y valiosas oportunidades y recursos públicos. Es sintomático
también que la amenaza de cierre compulsivo a uno de los
principales prestadores de servicios de internet se produzca
justo cuando se está iniciando la muy loable distribución de
netbooks entre los estudiantes. Tal vez la ANSES o De Vido
estén a tiempo de introducirle alguna modificación a los 
equipos, que los homologue a los receptores de tv digital,
para que los usuarios sólo puedan recibir los mensajes 
que diligentemente han preparado para ellos los 
órganos de propaganda del gobierno y sus empresarios amigos.
Más allá de los disgustos y dificultades que de momento se 
generan, y sin duda seguirán generando, puede hallarse
también en este episodio un motivo de alivio: el kirchnerista
ha sido un tiempo de oportunidades perdidas, pero esta
última es, por reiterada, no sólo la más absurda, sino
también la más autodestructiva; y demuestra que para
lidiar con los Kirchner lo que se requiere, en última instancia, 
es aguantar y no perder la calma.

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