miércoles, septiembre 01, 2010

Tras las huellas del monstruo


Por León Guinsburg - Ex interventor del COMFER


Las primeras plumas y voces de los medios de Clarín socios y vasallos pasaron a ser bueyes  de intelectualidad esterilizada tirando el pesado carro de una patronal requirente e Impiadosa. Porque, de perder Clarín, socios y vasallos la lid con el Gobierno y derrumbarse el imperio, es probable que la única chance de conchabo se reduzca a la de encargado de prensa en alguna empresa multinacional o nativa. Se ve difícil que otros medios consideren agregarlas a sus planteles con cargos expectantes.
De sobrevivir Clarín-es probable que ocurra con un cambio de conducción y políticas empresarias o una difícil victoria a lo Pirro-, no hay quien garantice  que otro rumbo no conlleve deshacerse de empleados demasiado comprometidos con un estereotipo necesariamente modificable.
        La contrapartida implicaría en caso de una derrota del Gobierno, que aquéllos que en nuevos medios y programas  afectos  al accionar oficialista puedan convertirse en desaparecidos periodísticos de la democracia en graficas, T.V. y radios del circuito comercial, como ocurriera en tiempos cercanos con otros vetados y despedidos por patronos que suelen, en ese tema, actuar corporativamente. Seguramente, si la victoria resulta esquiva para el oficialismo, serían acogidos por medios alternativos que  volverían a la condición de “truchos”, porque la actual Ley de Medios podría ser reemplazada por otra promulgada y sancionada al gusto y paladar del mando corporativo por una reverente oposición triunfante. Sería esto último remoto en la actual situación relativa del país, pero no se deja de alentar esperanzas  ni de instrumentar –aún con baja calidad institucional-, especies que hagan a la derrota del proyecto oficial.
Unos por mantener altas remuneraciones, jerarquía escalafonaria y lealtad al monopolio empleador. Otros por jugarse en una partida ideológica  sin retorno, bajo un amparo que antes nunca gozaron. Ambos sectores encarnan  modos de ver y sentir  confrontados, el uno en línea con un audaz gobierno que rompe con el statu quo mediático y el otro aferrado a la suerte corporativa de quien hegemoniza, sin límite ni escrúpulo, el poder de la opinión y el enriquecimiento coactivo.
Entre ambas alineaciones obran diferencias que incluyen patrones éticos, además de un historial diferenciado: desenmascarar una impronta omnipotente y concentrada por una parte, y por la otra  defender intereses que les brindaron privilegios, aunque estos intereses, ni prístinos ni morales, inclusive inmersos en temas tan delicados como la violación de los derechos humanos, vulneren la deontología periodística que persigue la información veraz y la opinión comprometida pero objetiva al mismo tiempo. Algo así como el pensamiento del desaparecido maestro de redacciones don Julio López Pájaró : “Para ser periodista hay que comenzar por querer a la gente”.
El debate se propaga como un derrame de petróleo sobre el pueblo quizás desprevenido, pero no sin inteligencia; un debate no esperado tal vez, y que de a poco va desentrañando tramas sórdidas, al estilo de Graham Greene.
La sacra opinión de los grandes medios atendida por casi todos, hoy tambalea en el rubro “credibilidad”, Se comprometen cada vez más las posturas públicas según ideologías, composición social, intereses sectoriales e inclusive instinto. Cada día merma la indiferencia. Semiabierta la caja de Pandora despide hedores que hacen presentir alternativas antes insospechadas; el poder oculto, simulado, subterráneo que siempre obró detrás de los vaivenes políticos y que logró  desarrollo superlativo en los 90, apareció expuesto y vulnerable, Fue decisión inédita y sin regreso de un gobierno que, con triunfos y reveses, con apologistas, detractores e indecisos en el contorno y cambiante suerte en cuanto a tiempos de  auge y retroceso. Por algo que excepto Perón y con otros modos nadie se atrevió a hacer: enfrentar a la prensa todopoderosa, tradicional y oligárquica
Las dictaduras a la que los grandes formadores de opinión fueron siempre funcionales, mostraron un látigo y una chequera al mismo tiempo. Claro que con la de Jorge Rafael Videla, además de la funcionalidad, instrumentaron un pingüe negocio que de ser lo que parece, sin ambages se lo puede calificar de repugnante. A nadi escapa que Papel Prensa constituye el emblema del condicionamiento a la prensa escrita independiente.
Esta historia que apunta a ser la bisagra de un antes y un después, involucra ya a todos los actores principales de la política argentina: una oposición inmersa en el auto descrédito, descoyuntada y precaria en ideas, un parlamento con oficialismo minoritario y bloques contrarios heterogéneos que suelen unirse por el espanto y no por el amor, para sacudir al gobierno a través de proyectos groseramente desestabilizadoras, gremios empresariales agrarios en maridaje antes impensable y organizaciones sociales con algunas divisiones y en confrontación que compulsan al gobierno a equilibrar cargas,  más un poder judicial históricamente refractario a sancionar a los popes mediáticos, pero presto a virar si se detecta que el poder del Gran Hermano ya no lo es tanto. Por último, las cofradías industrial y financiera que también integra el Grupo Clarín, cuya actividad diversificada abarca ambos  rubros y el campo, además de la enorme cantidad de medios que posee en propiedad y en cautiverio.
El instinto de conservación indica a los CEO´S de las grandes empresas, ya recelosos por la aparición de nuevos y pujantes grupos económicos entendidos como afines al  staff gobernante, que después de Magnetto y los suyos puede haber más fechas. En virtud de ello, alternativamente aparecen admonitorios lenguaraces como el inefable ruralista Biolcati y el italiano Cristiano Ratazzi, capo di tutti capi de la Fiat en el cono sur
Más allá de lo que ocurra, la coyuntura es útil al país y su gente. Contiene enorme valor pedagógico, porque enseña que el poder nunca es definitivo ni infalible, y que el imponderable de decisiones desacostumbradas puede modificarlo todo,  la impunidad inclusive.
Es útil para discernir que tal vez sin proponérselo, en el sector de periodistas de la vereda antimonopólica que antes actuaban de críticos, opinólogos, analistas, investigadores, observadores, cronistas, reporteros, editores, etc., se incorporó también la categoría de pensadores, salto cualitativo incipiente pero altamente generativo.
De todos modos, si cesan o no el monopolio de la información y su metodología de poder, la Argentina no desaparecerá, sino que mutará a partir del actual punto de inflexión. La percepción del pueblo sobre las ventajas de multiplicar las opiniones en reemplazo del discurso único, excluyente y condicionante, crecerá abriendo compuertas al discernimiento. Se trata, sin duda, de una enorme conquista ligada al intelecto en marcha y al derecho humano de informar e informarse con libertad.
Lo importante, también, es que un monopolio no sea reemplazado por otro, privado u oficial.
Ya no más ideas marginadas, minusválidas, frustradas, ni necesidad de ir tras las huellas del monstruo.

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