Por Bernardo Poblet - escritor/columnista de Construcción Plural
Todo vuelve….lo que hoy hacemos aquí y ahora, ya fue planteado y vivido por otros, todo es una repetición. “Asì hablaba Zaratustra…” En siglo XXI, el ciudadano argentino parece vivir lo que este señor persa de siglos anteriores a Cristo afirmaba. Muchos de los que peinamos canas sabemos que esto que está pasando ¡ya lo vimos!
Todo vuelve….lo que hoy hacemos aquí y ahora, ya fue planteado y vivido por otros, todo es una repetición. “Asì hablaba Zaratustra…” En siglo XXI, el ciudadano argentino parece vivir lo que este señor persa de siglos anteriores a Cristo afirmaba. Muchos de los que peinamos canas sabemos que esto que está pasando ¡ya lo vimos!
Pero no solamente estamos encerrados en mitos
antiguos, también sabemos construir nuevos, una pregunta habitual y una afirmación
frecuente, como meros ejemplos:
“¿Qué nos pasó?”
Respuestas
desde lo racional y desde lo emocional: historia de caudillismos, cultura de
banalizar la ley como base de nuestras relaciones, visión de corto plazo en el
ciudadano y en quienes conducen, tolerancia a las mentiras y una larga lista de
explicaciones.
¿No será un nuevo mito? Preguntas y respuestas que
no generan acción, nos contienen, nos permiten sobrevivir, convivir con el
miedo al futuro. Casi un ritual.
“Vamos
a salir cuando toquemos fondo”
¿Dónde está el fondo en un país con los recursos que
tenemos?
También nos contiene, nos tranquiliza: habrá una
salida. Difusa, brumosa, pero es lo que hay.
¿No tendríamos que buscar preguntas y afirmaciones con sentido pràctico? ¿Aunque nos
duelan?
Los países que, en tiempos similares a los nuestros,
han logrado un razonable equilibrio entre desarrollo económico, distribución
social, integración de sus pueblos, libertad y justicia ¿No será porque han trabajado intensamente para
lograrlo? ¿No será porque en esas
naciones el desarrollo de las capacidades de los jóvenes va formando futuros
ciudadanos responsables? Educación, no
adoctrinamiento.
¿No
hay que ponerse a trabajar? ¿Valorar
nuestra experiencia y explorar la de otros para aprender? ¿Concentrarnos en aplicarla? ¿Intentar hacernos una inmersión en humildad? ¿Decidir,
en serio, abandonar prejuicios y dogmas? Tal vez, esos ciudadanos que pueden construir
una sociedad más justa y libre, que nosotros no hemos sabido concretar, estén
hoy en el jardín de infantes. Ojalá suceda.
Mientras tanto ¿Las palabras sirven?
Me conmoviò Kovadloff, que decía con tristeza pero
fortísima convicción ¿Quién es un escritor,
un intelectual, un periodista? Somos hombres que ¡insisten!.. ¡ insisten! .. ¡
insisten!.. ¿en qué? ¡En qué la palabra no se convierta en basura!
Las palabras preceden a la acción, nos ayudan a mantenernos despiertos, a pensar,
a conservar nuestra mirada crítica, a resistir frente a la anestesia.
Un apreciado
amigo reflexionaba : “…en la soledad de estar aislado en medio de la nada
estupidizante…son un acicate para no bajar los brazos. Por la simple, pero
decisiva razón de encontrar compañía”
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