viernes, enero 30, 2015

Mitos, trabajo y palabras.

Por Bernardo Poblet - escritor/columnista de Construcción Plural

Todo vuelve….lo que  hoy hacemos aquí y ahora, ya fue planteado y vivido por otros, todo es una repetición. “Asì hablaba Zaratustra…”  En siglo XXI, el ciudadano argentino parece vivir lo que este señor persa de siglos anteriores a Cristo afirmaba.  Muchos de los que peinamos canas sabemos que esto que está pasando ¡ya lo vimos!

Pero no solamente estamos encerrados en mitos antiguos, también sabemos construir  nuevos, una pregunta habitual y una afirmación frecuente, como meros ejemplos:

 “¿Qué nos pasó?”

Respuestas desde lo racional y desde lo emocional: historia de caudillismos, cultura de banalizar la ley como base de nuestras relaciones, visión de corto plazo en el ciudadano y en quienes conducen, tolerancia a las mentiras y una larga lista de explicaciones.

¿No será un nuevo mito? Preguntas y respuestas que no generan acción, nos contienen, nos permiten sobrevivir, convivir con el miedo al futuro. Casi un ritual.

“Vamos a salir cuando toquemos fondo”

¿Dónde está el fondo en un país con los recursos que tenemos?

También nos contiene, nos tranquiliza: habrá una salida. Difusa, brumosa, pero es lo que hay.

¿No tendríamos que buscar  preguntas y afirmaciones con sentido pràctico? ¿Aunque nos duelan?

Los países que, en tiempos similares a los nuestros, han logrado un razonable equilibrio entre desarrollo económico, distribución social, integración de sus pueblos, libertad y justicia  ¿No será porque han trabajado intensamente para lograrlo? ¿No será porque  en esas naciones el desarrollo de las capacidades de los jóvenes va formando futuros ciudadanos responsables?  Educación, no adoctrinamiento.

¿No hay que ponerse a trabajar?  ¿Valorar nuestra experiencia y explorar la de otros para aprender?  ¿Concentrarnos en aplicarla?  ¿Intentar hacernos una inmersión en humildad? ¿Decidir, en serio, abandonar prejuicios y dogmas? Tal vez, esos ciudadanos que pueden construir una sociedad más justa y libre, que nosotros no hemos sabido concretar, estén hoy en el jardín de infantes. Ojalá suceda.

Mientras tanto ¿Las palabras sirven?

Me conmoviò Kovadloff, que decía con tristeza pero fortísima convicción  ¿Quién es un escritor, un intelectual, un periodista? Somos hombres que ¡insisten!.. ¡ insisten! .. ¡ insisten!.. ¿en qué? ¡En qué la palabra no se convierta en basura!

Las palabras preceden a la acción,  nos ayudan a mantenernos despiertos, a pensar, a conservar nuestra mirada crítica, a resistir frente a la anestesia. 


Un apreciado amigo reflexionaba : “…en la soledad de estar aislado en medio de la nada estupidizante…son un acicate para no bajar los brazos. Por la simple, pero decisiva razón de encontrar compañía”

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