Por Cristian Mazzola
Director de E&C Consultores Económicos
Cuando apenas unas semanas atrás se intensificara la suba de las cotizaciones de los diferentes dólares alternativos (CCL, MEP y dólar blue) llegando a valores de enorme preocupación para la gran mayoría de los agentes económicos nacionales, generando incertidumbre acerca del futuro de la economía y de los precios de la misma, se produjeron casi inmediatamente 2 efectos: el incremento en el valor de los bienes y servicios, y una disminución en las cantidades ofrecidas (en mayor o menor medida dependiendo el sector).
Sabemos también que las subas
de las cotizaciones de los dólares alternativos se aceleraron en la
etapa, la cual seguimos
transitando, de la pandemia. Las causas pueden encontrarse en materia
monetaria (exceso de
emisión para afrontar gastos imprevistos), en el exceso de liquidez,
en bajas tasas de interés,
en las restricciones a la demanda de divisas, en alguna falta de
confianza ante la ineficacia de
algunas medidas económicas, entre otras. Pero lo que se observa en los
últimos días difiere de
lo que venía aconteciendo en la tendencia alcista de los dólares
financieros. El pasado 23 de
octubre el billete paralelo anotó un récord de $ 195 por cada dólar.
En menos de diez días
hábiles su cotización bajó hasta los $ 160 por dólar. Este declive se
puede explicar por varios
factores: la intervención oficial en los mercados de dólares
financieros, las nuevas alternativas
de inversión que está ofreciendo el Gobierno mediante la licitación de
títulos en pesos atados
a la evolución del tipo de cambio oficial (conocidos como bonos dólar
linked) , y señales
fiscales y monetarias , tales como el ajuste a los Adelantos
Transitorios desde el Banco Central
al Tesoro Nacional, por lo menos hasta diciembre, o el crecimiento
real (por encima de la tasa
de inflación) de la recaudación en los últimos dos meses. ¿Puede
seguir bajando el blue? Claro
que sí, pero dependerá de mayores señales en materia fiscal y de
emisión monetaria para
2021, y de la posibilidad de obtener divisas frescas vía organismo
multilaterales de crédito,
especialmente como consecuencia de aportes extraordinarios de éstos
ante un escenario de
derrumbe de las economías a efectos de la pandemia covid 19,
especialmente en países en
vías de desarrollo. Pero también puede seguir bajando a consecuencia
de una devaluación del
tipo de cambio oficial (algunos se animan a decir de llevar el
mayorista a $ 100 por dólar), que
resulte provechoso para la liquidación de exportadores. No es esto lo
que propongo ni lo más
conveniente, ya que la mejora del tipo de cambio real para la
exportación debería darse por
una reducción de la carga impositiva y del costo logístico.
Con todo lo dicho, ¿se puede esperar mayor abastecimiento de productos y alguna
disminución de precios, especialmente en aquellos sectores que
ajustaron a precio dólar blue?
La respuesta, lamentablemente será negativa, en términos generales. En
primer lugar, porque
todavía sigue existiendo una expectativa devaluatoria, aunque menor
que la que tuvimos
durante octubre. Se necesita que la efectividad de las últimas medidas
de política económica
sea sustentable, y no algo sólo transitorio. Pero también porque hay
cuestiones estructurales
que no lo permiten. El Indice de Herfindahl e Hirschman (HHI) es una
medida empleada en
economía que informa sobre la concentración económica de un mercado.
O, inversamente,
mide la falta de competencia en un sistema económico. En Argentina, en
aquellos rubros con
mayor impacto en la tasa de inflación, pocas empresas concentran sus
mercados. A principio
de la década, sólo dos (2) empresas concentraban el 63% del mercado
aceitero. Tres (3)
supermercados concentran el 81% de las ventas. Dos (2) empresas tienen
el 73% del mercado
de galletitas, y otras dos (2) concentran casi el 70% del mercado
lácteo. Tres (3 ) empresas se
quedan con 96% del mercado del cemento, y una compañía se queda con el
90% de la chapa
laminada. Por todo esto, y más allá de trabajar por estabilizar la
macro, lo fiscal y monetario, es hora de generar los incentivos de política industrial para incrementar la oferta y
descartelizar las principales producciones en beneficio de los
consumidores nacionales.
de las cotizaciones de los dólares alternativos se aceleraron en la
etapa, la cual seguimos
transitando, de la pandemia. Las causas pueden encontrarse en materia
monetaria (exceso de
emisión para afrontar gastos imprevistos), en el exceso de liquidez,
en bajas tasas de interés,
en las restricciones a la demanda de divisas, en alguna falta de
confianza ante la ineficacia de
algunas medidas económicas, entre otras. Pero lo que se observa en los
últimos días difiere de
lo que venía aconteciendo en la tendencia alcista de los dólares
financieros. El pasado 23 de
octubre el billete paralelo anotó un récord de $ 195 por cada dólar.
En menos de diez días
hábiles su cotización bajó hasta los $ 160 por dólar. Este declive se
puede explicar por varios
factores: la intervención oficial en los mercados de dólares
financieros, las nuevas alternativas
de inversión que está ofreciendo el Gobierno mediante la licitación de
títulos en pesos atados
a la evolución del tipo de cambio oficial (conocidos como bonos dólar
linked) , y señales
fiscales y monetarias , tales como el ajuste a los Adelantos
Transitorios desde el Banco Central
al Tesoro Nacional, por lo menos hasta diciembre, o el crecimiento
real (por encima de la tasa
de inflación) de la recaudación en los últimos dos meses. ¿Puede
seguir bajando el blue? Claro
que sí, pero dependerá de mayores señales en materia fiscal y de
emisión monetaria para
2021, y de la posibilidad de obtener divisas frescas vía organismo
multilaterales de crédito,
especialmente como consecuencia de aportes extraordinarios de éstos
ante un escenario de
derrumbe de las economías a efectos de la pandemia covid 19,
especialmente en países en
vías de desarrollo. Pero también puede seguir bajando a consecuencia
de una devaluación del
tipo de cambio oficial (algunos se animan a decir de llevar el
mayorista a $ 100 por dólar), que
resulte provechoso para la liquidación de exportadores. No es esto lo
que propongo ni lo más
conveniente, ya que la mejora del tipo de cambio real para la
exportación debería darse por
una reducción de la carga impositiva y del costo logístico.
Con todo lo dicho, ¿se puede esperar mayor abastecimiento de productos y alguna
disminución de precios, especialmente en aquellos sectores que
ajustaron a precio dólar blue?
La respuesta, lamentablemente será negativa, en términos generales. En
primer lugar, porque
todavía sigue existiendo una expectativa devaluatoria, aunque menor
que la que tuvimos
durante octubre. Se necesita que la efectividad de las últimas medidas
de política económica
sea sustentable, y no algo sólo transitorio. Pero también porque hay
cuestiones estructurales
que no lo permiten. El Indice de Herfindahl e Hirschman (HHI) es una
medida empleada en
economía que informa sobre la concentración económica de un mercado.
O, inversamente,
mide la falta de competencia en un sistema económico. En Argentina, en
aquellos rubros con
mayor impacto en la tasa de inflación, pocas empresas concentran sus
mercados. A principio
de la década, sólo dos (2) empresas concentraban el 63% del mercado
aceitero. Tres (3)
supermercados concentran el 81% de las ventas. Dos (2) empresas tienen
el 73% del mercado
de galletitas, y otras dos (2) concentran casi el 70% del mercado
lácteo. Tres (3 ) empresas se
quedan con 96% del mercado del cemento, y una compañía se queda con el
90% de la chapa
laminada. Por todo esto, y más allá de trabajar por estabilizar la
macro, lo fiscal y monetario, es hora de generar los incentivos de política industrial para incrementar la oferta y
descartelizar las principales producciones en beneficio de los
consumidores nacionales.
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