Homenaje al campeón
En nuestro blog -y aún a pesar del año mundialista- tanto como en nuestros ciclos periodísticos en Radio Cultura de Buenos Aires, FM 97.9/ fmradiocultura.com.ar -Construcción Plural, lunes a las 16 hs., y Diversidad de conceptos, jueves a las 15 hs.- solemos casi no posarnos sobre una manifestacíón cultural y popular de envergadura como el fútbol. El deporte que excede la competencia y es quizás bienllamado "opio de los pueblos" -tanto como la religión, seguramente- incluye en sus contornos y aún en su médula, una ligazòn con la actividad política-gremial -cómo no recordar los incidentes que protagonizaron barras de fútbol en el Hospital Francés y en San Vicente el 17 de ocubre, sin ir más lejos-, es a la vez un gran negocio en sí mismo en esta sociedad capitalista del puro entretenimiento, y como bien nos recordaba al aire días pasados Eduardo Zamorano, nuestro inestimable colaborador radial, abogado y principalmente amigo, bien ha alertado sobre ello en su momento el sociólogo y escritor Juan José Sebreli en su obra "Fútbol y masas" (1981) y "La era del fútbol" (1998) (*).
Dicho esto, y como excepción a la regla, creemos que en mérito a la justicia, repasar este artículo de Juan José Panno en Página 12 a partir del título de Estudiantes en el torneo de fútbol argentino:
(*) Sebreli señala: "La ideologización del fútbol tiende a ser monopolizada y centralizada principalmente por los medios de comunicación masiva". Otras connotadas referencias de la literatura y la cultura van contra Sebreli a partir de su pasión futbolística: desde el uruguayo Eduardo Galeano -autor del "El Fútbol a Sol y Sombra"-, hasta Martín Caparrós, pasando por el fallecido Osvaldo Soriano, y Juan Sasturain .
Si el fútbol fuera siempre así
Un partido a cancha llena y colorida, que ganó el que mejor jugó y más peligro creó, con montones de situaciones de riesgo, con futbolistas entregados con el alma, sin intentos por desnaturalizar el deporte, coronó a un legítimo campeón y dejó la sensación de que es posible tener un fútbol más digno.
Por Juan José Panno
Si el fútbol fuera siempre así…
Y los partidos se jugaran en una cancha llena, colorida, ruidosa, espectacular por donde se la mirase, con la mitad de hinchas de un lado y la mitad del otro y sin restricciones para simpatizantes genuinos que cometieran el pecado de no ser socios.
Si el fútbol fuera siempre así…
Y ganara el que jugara mejor, el que hiciera mejor las cosas, el que se tuviera más fe, el que se afirmara en su modestia, el que generara más y mejores situaciones de gol.
Si el fútbol fuera siempre así…
Y se pudieran recordar tiros apenas desviados, remates en el palo, excelentes atajadas, pisadas como las de Sosa y Gago, cambios de frente como los del veterano Verón y jugadas que, vistas por televisión, tal vez no digan mucho, pero en el contexto de ese clima fervoroso se agigantan hasta la emoción.
Si el fútbol fuera siempre así…
Y todos los futbolistas se jugaran el alma en cada pelota dividida sin levantar la punta del botín para lastimar al contrario por las dudas y sólo se dieran esporádicamente situaciones como las que derivaron en las expulsiones de Ledesma y Pablo Alvarez, que podrían haber sido resuelta con amarilla y no roja para los dos.
Si el fútbol fuera siempre así…
Y se diera con naturalidad que el pez chico se pudiera comer al grande y el grande se la bancara y los que tienen que impartir justicia no le dieran una mano al grande.
Si el fútbol fuera siempre así…
Y los partidos tuvieran pasajes como algunos del primer tiempo en el partido de Liniers, con llegadas de ida y vuelta que infartaran a los hinchas, enloquecieran a los relatores y obligaran al aplauso a los neutrales.
Si el fútbol fuera siempre así…
Y las hinchadas no pararan de gritar un solo instante poniendo mucha más energía en alentar a los propios que en insultar a los contrarios.
Si el fútbol fuera siempre así…
Y los que ganaran tuvieran espacio para liberar su alegría sin que nada se los impidiera.
Si el fútbol fuera siempre así…
Y nadie se colgara del alambrado para suspender el partido, y los dirigentes no fueran a los vestuarios y nadie tirara piedras, y no hubiera sospecha de incentivación, soborno, tongo ni nada de eso.
Si el fútbol fuera siempre así…
Y ocurriera que al menos un sector de las plateas de los que perdieron aplaudieran con dignidad a los que ganaron.
Si el fútbol fuera siempre así… sería sencillamente maravilloso.
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