martes, noviembre 22, 2011

La falta de confianza en una política económica insostenible

Por Juan José Guaresti (nieto)


Autor del libro: “Los tres poderes del gobierno” (Editorial Sudamericana/1983), fue director del Banco Central de la República Argentina y Profesor de Análisis Económico de la Facultad de Derecho de la U.B.A

Poco tiempo atrás, Moody's bajó la calificación del sistema bancario argentino de “estable” a “negativo” y alertó con ese cambio que podría haber un ajuste en la economía argentina que influiría en la actividad bancaria que está muy apalancada (doy por sentado que este término es una expresión sinónima de “sustentada o apoyada”) “por políticas fiscales y monetarias expansionistas que están impulsando el crecimiento económico, el consumo y los niveles inflacionarios a niveles difíciles de sostener”. El vicepresidente de Moody's aclaró que “esto no quiere decir que pronostiquemos una crisis del sector en sí. Sólo es nuestro deber advertir que no esperamos que la situación macroeconómica actual se mantenga a entre un año y año y medio vista, que es el horizonte que tienen este tipo de informes”.



LA ACLARACIÓN DEMUESTRA QUE LA FALTA DE CONFIANZA NO ES RELATIVA AL SECTOR BANCARIO EN SÍ MISMO SINO EN CUENTO ESTE SE ENCUENTRA LIGADO A UNA POLITICA ECONOMICA INSOSTENIBLE. Lamentablemente estamos de acuerdo con la calificación de Moody's porque la situación institucional y la política económica que se viene dando de hecho, sin el menor fundamento científico, no da para más. El estado de la “caja” tampoco porque entre otras cosas el déficit fiscal es impresionante y esa es la madre de todas las batallas. Las medidas de ajustes en materia de subsidios encaradas los últimas días no hacen más que reafirmar este diagnóstico.



La política de actuación del Ministerio de Economía para pagar de menos a los acreedores data de 1997 porque por lo menos desde esa fecha, era imprescindible erigir el tinglado para representar una farsa ya que la economía era inviable. El tipo de cambio sobrevaluado era insostenible en aquella época y el déficit fiscal en aquellos años ya era insustentable. El Ministerio de Economía desde 1997 hasta hoy siguió haciendo lo mismo, o sea pagando de menos, imperturbable, pese al cambio de ministros, políticas, supuestas doctrinas, etc etc.



La calificación de Moody's es correcta porque en primer término nuestro gobierno empezó a falsificar las estadísticas desde fines de 2007. Desde comienzos del siglo XX el sistema estadístico (y aún antes también dado que había censos y otras fórmulas de cómputos) es un instrumento imprescindible para que el gobernante, el empresario, los trabajadores y en general los factores de la producción y los demás países del mundo que tienen relación con Argentina, puedan interactuar con ella. No tener estadísticas confiables porque han sido adulteradas es lo mismo que pilotear un avión con 500 pasajeros a bordo en el que no funcionan los instrumentos que marcan la velocidad, la ubicación del avión en el espacio, la altura, el consumo de combustible, y la marcha de los motores porque fueron alterados sus mecanismos. Ese avión está perdido. En el marco de la economía también porque propios y extraños encuentran difícil manejarse con un país que crece de cifras creíbles, lo que lo lleva a apartarse del mundo civilizado.



En segundo término, han sido desvirtuadas las formalidades inventadas también por la civilización constituídos por todos los mecanismos del contralor del gasto público empezando por la ley de Presupuesto que establece en qué se va gastar.
 La ley de Presupuesto ha sido tan demolida que es como si no existiera. Hay muchos gastos que se hacen sin contralor alguno empezando por los fondos que se recaudan mas allá de lo presupuestado o los Fondos Fiduciarios o Fideicomisos Públicos. No hay límite alguno al crecimiento del gasto público y a lo que se gasta, de manera que el déficit fiscal puede seguir creciendo como puede seguir bajando la calidad de aquello en que se gasta.



En la prensa oral y escrita nos hemos quejado muchas veces de que la preocupación de los sucesivos gobiernos es contraer nuevas deudas para pagar, o mejor dicho, para financiar las deudas anteriores incluyendo los intereses o como se hizo en 2005 reducirlas con una soberbia quita en perjuicio de los acreedores sin llegar a ningún acuerdo con ellos. Directamente se decidió no pagarles una parte sustancial de la deuda.



En el cuadro de situación en el que Moody´s emitió su rebaja de la calificación de estable a negativo, es sumamente posible que haya pesado el penoso antecedente que debido a peticiones efectuadas desde el sistema bancario el gobierno que estaba en 2002 y la administración posterior no obligaron a los bancos a devolver íntegramente los depósitos en dólares en la moneda de origen. No existe en nuestro país un presupuesto confiable por las razones brindadas. Quien preste a Argentina sabe que le puede ocurrir que el Gobierno puede decidir unilateralmente no pagar una parte sustancial de lo que se debe. Gobiernos desaprensivos han endeudado a los argentinos sin analizar si el dinero que se pedía prestado rendiría lo suficiente para devolver el capital y los intereses.


Vemos algunos hechos económicos que deben haber influído directamente en la calificación de Moody's:



a) Sobrevaluación cambiaria: La inflación real ha crecido notablemente en la Argentina desde 6 años a la fecha pero el tipo de cambio no ha seguido sus pasos, de manera que ha quedado muy retrasado debido a la suba del nivel de precios internos. El valor de hoy en día en torno de los $ 4,30 por dólar está muy retrasado respecto del aumento del nivel de precios, lo que estimula la importación de bienes y muchas veces servicios del exterior porque abarata su precio y desalienta la exportación de bienes y servicios producidos localmente porque los encarece en comparación con los foráneos. Normalmente desalienta la producción local y el nivel de ocupación de los factores de la producción que reciben menor retribución. A los deudores del sistema bancario en muchos casos se les hace más difícil devolver los préstamos. Otorgar estos últimos a empresas que entran en recesión por menores ventas se torna más riesgoso y aumenta la incobrabilidad.



b) La situación del Banco Central, cabeza del sistema financiero, está muy complicada. Además las autoridades brindan solamente las tenencias en divisas (unos 46.000 millones de dólares en la actualidad) sin aclarar si esas divisas pertenecen al Banco Central o a terceros. Por ejemplo, los bancos tienen depositados unos 8600 millones de dólares como garantía de los préstamos otorgados en dólares de manera que esos fondos no pertenecen al Banco Central. Este organismo ha colocado en el sistema financiero títulos en pesos denominados Lebac y Nobac que equivalen en dólares a alrededor de 23.000 millones de dólares y por los que pagaba una tasa de interés del 13% anual. Puede que ahora haya subido.



Esta deuda por su magnitud exige que la expliquemos: El Tesoro nacional es deficitario como hemos visto, de manera que el Banco Central emite moneda para financiarlo, más o menos disfrazada. Esa moneda que el tesoro finamente arroja a la plaza, es menester sacarla porque generaría mayor inflación que la que hay. Es por ese motivo que el Banco Central vende esos títulos principalmente a los bancos pero esos títulos devengan un interés del 13% anual. De esa manera resta capacidad a los bancos de dar crédito por un lado, pero por el otro paga una tasa de interés muy importante que en realidad tiene origen en el déficit de la tesorería.


Los Lebac y Nobac son un pasivo importantísimo que se amplia con el tiempo. Como los dólares están sustancialmente estables, la tasa de interés que se paga es altísima y además si los bancos deciden no comprar mas esos títulos habría que entregarles en pesos ese importe lo que inundaría la plaza de dinero. El interés devengaba el equivalente a unos 3500 millones anuales.



Cuando hubo corrida cambiaria, el Banco Central tomó créditos de la Banca de Basilea que ya han llegado por lo menos a unos 3000 millones de dólares. Esa cantidad hay que restarla también de los 46.000. En dólares las reservas reales son unos 36.000 millones de dólares a estar a las cifras oficiales. Si restamos en dólares lo que debe por títulos quedarían unos 13.000 millones de dólares. Para que se tenga una idea, Brasil tiene reservas por 350.000 millones de dólares.


Otros pasivos: Si bien no son pasivos del sistema financiero, son pasivos en mora: con el Club de ParÍs solo son 8900 millones de dólares que siguen impagos pese a toda clase de amagues de arreglo. Hay otras deudas con sentencia en el extranjero en contra pero no hay datos firmes conocidos. En el Ciadi (Centro Internacional de Arreglos del Banco Mundial) había demandas con y sin sentencia. El monto total se estima en 8000/9000 millones de dólares, parte de los cuáles tienen sentencia pero no se pagan.




Hay unos 450.000 juicios de jubilados que se pagan con cuenta gotas pese a haber sentencias firmes en decenas de miles de casos.

 
Activos improcedentes: El Banco Central “presta” a la Tesorería sus reservas para pagar deuda externa y recibe a cambio un “bono” a diez años de plazo. Dado que la Tesorería es insolvente, ese activo del Banco Central no existe.




Conclusión: En un panorama como el descripto donde el Ministerio de Economía tiene que hacer trampa para pagar menos deuda externa e interna y las reservas del Banco central son usadas para financiar las deudas de la Tesorería que ésta no puede pagar por sí misma, la bancarrota de nuestra entidad monetaria rectora es una mera cuestión de tiempo. Si paga los títulos Lebac y Nobac con dólares -su activo principal- el monto que le queda de reservas es muy pequeño. Si no las paga, la dueda cada día se va a hacer más grande como una bola de nieve. En definitiva, el panorama demuestra que Moody´s tiene razón.


Nos permitimos recomendar la lectura del artículo aparecido en “El Dial” del 21 de Octubre de 2011 titulado “Deuda pública y elecciones" del Lic. Héctor Giuliano, un especialista en la materia “Deuda pública” y miembro de número del ”Encuentro de Economistas Argentinos”, de quién somos tributarios de las cifras expuestas en este trabajo.

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