martes, abril 24, 2012

La Biblia y la corrupción política


Por Israel Lotersztain

Master en Historia de la Universidad Torcuato Di Tella / ex director de Investigaciones del INTI.


Columnista de Construcción Plural, el programa de Fernando Mauri.

Confieso que con cierta sorpresa leí las afirmaciones a La Nación (viernes 13 de Abril) del discutido candidato al cargo de Procurador General de la Nación Dr. Daniel Reposo. En ellas, además de señalar su militancia oficialista sostiene que su compromiso principal es “con la vida” y “con La Torah”, sin duda el libro mas sagrado del judaísmo.

¿Tendrá claro Reposo (y Horacio Verbitzky, que se entusiasma en Página 12 con la idea del primer Procurador judío en Argentina) lo que eso significa? ¿Son para el ejercicio de su eventual función ambas posturas, la militante y la del respeto bíblico, realmente compatibles? Recordemos para información que no solo la Toráh, o sea el Pentateuco, sino además todo el resto del texto bíblico, es en forma sistemática y coherente extremadamente crítica con respecto a lo que hoy denominaríamos corrupción política, y es posible por ello que los conflictos se le presenten quizá muy rápidamente. Veamos tan solo algunos pocos ejemplos de la posición bíblica al respecto.

Ya tan temprano como en Exodo (23;6) la Biblia sostiene: “No pervertirás el derecho de los débiles en un pleito. De palabra falsa te alejarás, y no dañarás al inocente y al justo…No recibirás nunca soborno, porque el soborno ciega a los que ven y pervierte las palabras de los justos” En el Levítico (19,15) es además enfática con respecto al total respeto a la ley: “Nunca harás injusticia en el juicio, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo a los poderosos. Con la justicia exclusivamente juzgarás a tu prójimo”.

En el Deuteronomio (10, 17) sigue manifestando esta gran y continua preocupación: “Porque Jehová vuestro Dios es Dios de Dioses y Señor de señores. Dios grande, poderoso y temible que no acepta a quienes toman cohecho”. Y esto enfatiza mas aún en (16;18): “Jueces y oficiales pondrás en todas las ciudades…los cuales juzgarán al pueblo con juicio justo. No tuerzas el derecho, no favorezcas a personas, ni tomes soborno, porque el soborno ciega los ojos de los mas sabios, y pervierte las palabras de los justos”.

El resto de la Biblia, como señalamos, es también muy coherente con la Torah, y daremos tan solo algunos fragmentos que pueden servir muy bien para ilustrarlo al candidato a Procurador. En los Salmos (26,9) se le implora a Dios: “No arrebates con los pecadores mi alma ni mi vida con los violentos, en cuya mano está el mal, y la diestra siempre llena de sobornos”. En el libro de Proverbios (15,27) declara enfáticamente: “Alborota su propia casa el codicioso, mas el que aborrece del soborno vivirá”. Y mas adelante en ese mismo libro (17,23) nos advierte: “Es el impío el que toma el soborno, para pervertir las sendas de la Justicia”.

Los profetas, como era de esperarse, eran los sistemáticos críticos, una y otra vez, con lo que hoy denominaríamos la corrupción política. Veamos tan solo a título de ejemplo la postura de Isaías y Amos al respecto. En (1,23) el primero sostiene: “Tus príncipes son prevaricadores y ladrones, todos aman el soborno y van tras las recompensas…” Y en (33,15) señala las obligaciones del buen gobernante: “El que camina en justicia y habla lo recto, el que aborrece las ganancias mal habidas, el que cierra sus manos para nunca recibir cohecho…” El profeta Amós es más enfático aún con ese tipo de gobernantes: “Porque yo se de vuestras muchas rebeliones, y de vuestros grandes pecados. Sé la forma que afligís al justo y como os place el recibir cohecho…”

Insistimos que son tan solo algunos ejemplos los que hemos seleccionado, pero permitirán meditar, a raíz de posibles interpretaciones de algunos acontecimientos vividos en los últimos años en Argentina, si es factible, como parece implicar el Dr. Daniel Raposo, su plena adhesión al Antiguo Testamento y al mismo tiempo a la militancia gubernamental.

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