jueves, octubre 15, 2020

inflación de septiembre: Análisis&Perspectivas.

Por Cristian Mazzola

Director de E&C Consultores Económicos


La inflación, por definición, es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios existentes en el mercado durante un período de tiempo.

Claramente, cuando el nivel general de precios sube, con cada unidad de moneda se adquieren menos de esos bienes y servicios. Y, además, si los ingresos permanecen constantes, el ingreso real de los agentes económicos disminuye. 

En Argentina, esto lo tenemos bien claro.

El pasado miércoles 14 el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) publicó el Indice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente al mes de septiembre 2020. Como datos más relevantes se señala una Variación Mensual para todo el país que
asciende a los 2.8 puntos porcentuales, una Variación Acumulada Interanual del 36,6% (en disminución), una Inflación Acumulada 2020 que ya llegó al 22,3 %, con mayor impacto en septiembre en Prendas de Vestir y Calzado (5.8%) y en Bebidas alcohólicas y tabaco (4.3%). A esta altura de las circunstancias, y considerando lo inusual del período observado en
términos de la recesión causada principalmente por efectos de la pandemia aún no resuelta, el congelamiento del precio de los servicios públicos, la pérdida de poder adquisitivo en
la mayoría de los sectores del trabajo (recién ahora se van cerrando algunas paritarias, siempre por debajo de la inflación en términos generales), entre ciertos factores estimulantes del alza de precios, muchos de ustedes se preguntarán, con inquietud, porqué este incremento permanente en el costo de vida.

La inflación en Argentina es multicausal, y no hay espacio aquí para
reflexionar sobre cada una de esas causas. Hasta la teoría económica fracasa. Generalmente, en el mercado de cualquier bien o servicio, si las cantidades ofertadas superan durante un
período a la demanda existente, el precio de ese bien o servicio tiende a la baja. Pero eso no se verifica hoy en nuestro país.
Quizás tenga que ver con un incremento de algunos costos, como por
ejemplo tener que contratar temporalmente nuevos empleados y los mayores gastos en productos de
desinfección y limpieza más algunas reformas en el local obligadas por la pandemia. En modo enunciativo, a los demás causales de inflación lo encontraremos en cuestiones estructurales,
como la concentración económica (principalmente en alimentos) que
limita la competencia y
el acceso más económico a productos de consumo masivo, el costo
logístico, las tasas de interés activas, y el persistente déficit fiscal consolidado, que genera emisión y/o
endeudamiento, y también en cuestiones más coyunturales, como lo son las expectativas económicas. Ninguna de estas causas han sido abordadas seriamente y en continuado por las
autoridades gubernamentales, de hoy y de hasta donde tenga memoria. De todos modos, y
sosteniendo que se debe comenzar a trabajar planificadamente sobre las cuestiones estructurales, la principal variable, totalmente elástica y de rápido traslado a los precios, es el
tipo de cambio. Desde 2013 para acá, todos incremento de la relación dólar/peso impactó,
más temprano que tarde, en la misma proporción sobre los precios de la 
economía. Las devaluaciones del período mencionado oscilaron entre los 30 y 50 puntos porcentuales, y la
inflación ex post nunca fue menor a la variación porcentual del tipo
de cambio. Hoy, si bien el tipo de cambio oficial va sufriendo micro depreciaciones casi diarias en una situación de
restricción externa preocupante, no son pocos los actores de la
economía que observan las diferentes cotizaciones de la moneda estadounidense y la brecha entre estos y el dólar oficial.
Y esto no es un dato menor en términos inflacionarios. La brecha
cambiaria genera expectativas devaluatorias, por ende inflación esperada, lo que impacta sobre los precios de hoy.

A muy corto plazo, por su impacto inflacionario, es condición
necesaria ir reduciendo la brecha
cambiaria. El gobierno lo sabe. Todos lo sabemos. El Presidente le
dijo a los empresarios que no va a devaluar. Hasta el momento las medidas de restricción de demanda de divisas no han
funcionado. Tampoco los incentivos para incrementar la oferta. Queda algo de margen para seguir probando. O quizás nuevamente la “ayuda” llegue del exterior con el propósito de
incrementar los reservas líquidas y despejar totalmente la
incertidumbre sobre la solvencia del sistema financiero. Con esto se reduciría la expectativa devaluatoria existente, los
exportadores de productos primarios liquidarían sus ventas a mayor
velocidad y el Banco Central acrecentaría sus disponibilidades. En el caso que se esté trabajando en esta hipótesis, esperemos no llegar tarde.

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El maridaje EE.UU. - Europa

 Por LISANDRO ZAMORANO


En el transcurso de los años 1900 y 1990 el continente europeo fue marcado por un alto grado de conflictos bélicos. Este rasgo de la historia europea presentó ciertas diferencias desde las últimas tres décadas. ¿Cuáles son las causas que explican dicho cambio? En primer término, hay que situar las relaciones entre Europa y Estados Unidos, que fueron modificándose a partir del fin de la Guerra fría. Estados Unidos incrementó su postura hacia Europa mediante el mantenimiento de la presencia militar, además de no haber alterado el rol de la OTAN. Una gran parte de la población europea no solamente recibió la presencia norteamericana sino que también aceptó su hegemonía. Los británicos, en este sentido, se mostraron dispuestos a la colaboración con la política norteamericana en algunas regiones. En estas condiciones, con la posterior retirada de las tropas soviéticas de Europa del Este, no ocurrió lo mismo desde el lado norteamericano en Europa Occidental, factor que influyó sobre el rol expansionista que pasaría a tener la OTAN en el este europeo.

Hay, a raíz de ese suceso, un indicador que permite comprender que hoy los Estados Unidos y la Unión Europea tienen una cercanía ideológica, asimismo determinada por la lógica histórica de ambos respectivamente; mientras que Europa trae consigo un pasado feudal que desembocó en izquierdas y derechas políticas arraigadas, definidas y fácilmente reconocibles, en los Estados Unidos, al no existir un pasado feudal, se asentó una impronta liberal en vastas partes de sus sectores políticos. Bajo este contexto, dada la carencia de un porvenir nítido en Europa y la escasez de liberalismo en su región, se produjo el acercamiento con los Estados Unidos, consolidando una relación que en la actualidad, más allá de irregularidades protocolares, puede adjetivarse como ‘’societaria’’, en la teoría y en la práctica. Porque en cuanto se busca promover su procedimiento con las recientes sanciones efectuadas por la Unión Europea a Bielorrusia, zona de importancia estratégica, y la actividad conjunta en materia de seguridad, se amplía también el anhelo europeo-estadounidense de que el Este se parezca cada vez más a sus proximidades occidentales.



martes, octubre 06, 2020

Una firme transición hacia los vehículos eléctricos.

 Por Lisandro Zamorano


Las tendencias actuales en la evolución del transporte marcan la transición hacia los vehículos eléctricos. Hacia el 2030, las estimaciones prevén que se va a alcanzar un número de 150 millones de unidades vendidas, equivalente a un 10% del total de vehículos existentes, y, hacia el 2060, a un 60% del total del parque automotor, es decir, casi 1 billón y medio de unidades. 


El crecimiento abrupto de la flota de vehículos eléctricos puede tener un impacto sobre el sistema de suministro energético, especialmente observando el desarrollo de tecnologías que impliquen el uso de terminales de carga. El consumo de electricidad también está ligado a esta cuestión, estimado pasar de una demanda eléctrica del 12% del total hacia el 2030 y a un 32% hacia el 2050. 


Además, el aumento de vehículos eléctricos no solo conduce al crecimiento del consumo de energía sino también a un aumento en el pico de consumo eléctrico, como puede serlo durante la mañana. En cuanto a la opinión masiva sobre este tipo de vehículos y su proyección hacia los próximos años las posturas suelen coincidir justificadas por el efecto positivo que puedan aportar en términos medioambientales. Asimismo, en dicha proyección se abarca el precio de los vehículos eléctricos, que, esencialmente, es mayor al de un vehículo que utilice nafta. Sin embargo, si al precio inicial de un vehículo eléctrico se le restan los costos de energía, y se toma en cuenta que el precio de mantenimiento y pólizas son menores, en la comparación del costo en vistas hacia diez años, para el propietario del vehículo como para la sociedad en sí, el valor es menor al de un vehículo convencional.


Más allá de estos factores hay también otras consideraciones que pueden brindar información adicional. La necesidad de un análisis geográfico que agrupe la generación eléctrica en el marco de los beneficios que puedan aportar los vehículos eléctricos en diferentes regiones del mundo. Por otro lado, el nexo entre la demanda de los vehículos eléctricos y las redes de suministro energético es el segundo aspecto adicional al notar los efectos que los vehículos eléctricos puedan conllevar en un futuro no tan lejano.