miércoles, junio 28, 2023

El Audio de CP del 270623

Escucha"Construcción Plural - Programa 1027" en Spreaker.

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miércoles, junio 21, 2023

El Audio de CP del 210623

Escucha"Construcción Plural - Programa 1025" en Spreaker.

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Ser!!

Por Bernardo POBLET


Caminar por ese pequeño sendero en los bordes sureños de la Cordillera era como volver a ver una entrañable película en la que se redescubre siempre algo nuevo.
La tarde parecía cansada y le dejaba el espacio a nubes amenazadoras que la estaban pintando de gris, Un relámpago trazó en el cielo lo que me pareció la marca del zorro y una explosión hizo temblar el bosque o por lo menos a mí. No tenía miedo pero sí esa sensación de sentirse vulnerable frente al poder de la naturaleza; cuando eso ocurre me refugio en la poesía, me rebelo a las racionales explicaciones de la física, me gusta fabular que son los dioses que se enojan y expresan su bronca con truenos, rayos, centellas y tomados.
Apuré el paso y pronto divisé con alivio el pequeño refugio: en una elevación, sólido, gruesos troncos y un techo inclinado para que en el invierno la nieve se deslice y su peso no lo aplaste. Apenas tuve tiempo para acomodar mi mochila, un verdadero diluvio se desplomó, el agua comenzó a correr por las rocas con inusitada velocidad abriéndose paso con prepotencia. Una rápida mirada me tranquilizó, el guarda parque hacía bien su trabajo: leña seca, un par de cacerolas, un balde para recoger agua y limpios la mesa, los  bancos y un hacha. No se necesita más. Rápidamente el fuego comenzó a ambientar. Un salamín, una galleta seca, agua de la cantimplora seria mi cena.
Mientras me envolvía ese estruendo de furia con el que me estaba amigando al saberme seguro, por un rato, me sentí sumergido en la esencia de la naturaleza y en mi mente, como en un film, aparecieron imágenes, como empujadas por ráfagas de viento: el mar, que siempre me regala horizontes; ese otro mar, el de arena, donde descansan los restos de las que alguna vez fueron montañas; más de mil millones de estrellas que me abruman en su infinito; velocidades fantásticas de todo el sistema en movimiento que el intelecto no entiende; el planeta que se enfría lentamente y a veces cruje con terribles impactos para los que vivimos en su frágil superficie; el fascinante misterio de leyes que ordenan el universo. No parece nada fácil para la vida sobrevivir en este asombroso entorno pero también ¡ qué maravilla!
Me acosté para dormir en uno de los bancos, con la mochila como almohada; tuve que levantarme tres o cuatro veces para alimentar las llamas mientras la tormenta mantenía su intensidad. Desperté con la claridad del amanecer, sin lluvia y un esperado silencio, sólo el rumor de las hojas que una tímida brisa movilizaba. Sentí que debía romper el hechizo de no haber pronunciado una sola palabra durante toda la noche, el fragor de la borrasca domina todos los sonidos, abrí la puerta, respiré profundo, experimenté el gozo de estar  vivo, de ser y con toda mi voz, sin  pensarla, una palabra surgió  con con toda mi fuerza…
¡SER!!!.... Sorprendido con el sonido mi propia voz,  escuché un  eco que repetía… ¡SER!.!.......SER! 

miércoles, junio 14, 2023

El Audio de Construcciòn plural del 130623

Escucha"Construcción Plural - Programa 1021" en Spreaker.

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lunes, junio 12, 2023

El viejo realismo como hoja de ruta del "nuevo" mundo

Por Alberto Hutschenreuter





Cuando echamos una mirada a los acontecimientos que tienen lugar en el mundo actual, difícilmente podríamos sostener que los mismos respaldan la predominancia de enfoques centrados en el multilateralismo, los valores colectivos y la cooperación desinteresada.


Desde hace tiempo que el denominado modelo relacional, es decir, el que se funda en el poder, la jerarquía, las capacidades, el interés nacional y la incertidumbre de las intenciones entre Estados, predomina en el mundo, llegando incluso a establecerse hoy un inquietante estado de beligerancia latente o de no guerra entre los principales actores preeminentes, esto es, los centros que deberían dar forma a una estructura o configuración internacional.


El estado de disrupción internacional es tal que hasta se podría dudar si hay posibilidades de llegar alguna vez a un orden, pues incluso entre aquellos poderes mayores que tienden hacia una alianza, como China y Rusia, las concepciones relativas con un orden internacional son diferentes. En estos términos, sólo quedaría como garantía relativa de un orden el comercio entre Estados, un sustituto de un orden, pero que no llega a serlo.


¿Estamos, por tanto, en un estado de retroceso en las relaciones internacionales? La pregunta resulta pertinente, pues desde 2014, cuando se produjo la anexión o recuperación de Crimea por parte de Rusia y la desconfianza y fragmentación internacional se profundizó, se habló, primero, del retorno de la geopolítica, y luego, del regreso de la guerra; dos cuestiones vinculadas a la obtención de ganancias de poder por parte de los Estados, es decir, "sustancias" de la concepción realista en política internacional, que deprime la cooperación desinteresada entre los Estados mientras que afirma la competencia y la rivalidad entre los mismos. Pero ello no supone ninguna novedad. De modo que, más que retroceso, tal vez sería más apropiado referirnos a una regularidad.


El final de la contienda bipolar, la desaparición de la URSS, la reacción internacional contra la invasión iraquí a Kuwait y el fenómeno de la globalización fueron cuatro hechos que fundaron un clima favorable en relación con el curso de las relaciones internacionales, y ello se constató en las hipótesis esperanzadoras que se desplegaron por entonces. Además, la contundencia de las tres victorias estadounidenses (Guerra Fría, guerra del Golfo y modelo económico) afirmó la percepción sobre el triunfo de cierta idea de benevolencia frente a los dogmas casi totalitarios que capitulaban o se encontraban en fase terminal.


La globalización fue, acaso, el epítome, del nuevo clima: una idea cuya práctica aseguraba velozmente el ascenso hacia el desarrollo. Nunca hubo por entonces posiciones que concibieran la globalización como un proceso de oportunidades, que era algo cierto, pero también como un fenómeno no neutro, es decir, como un régimen de poder, algo que era más cierto todavía. Sin duda, si se hubiera considerado la experiencia, seguramente se habría concluido que eran necesarios más reparos por parte de los países frente a las expectativas desmedidas


En este contexto, las corrientes de pensamiento que consideraban que las relaciones internacionales cambiaban hacia formas menos descentralizadas y más regimentadas, sintieron que sus esperanzas en la afirmación de una sociedad internacional eran prácticamente irreversibles. Si hasta hacía poco el mundo mantenía características hobbesianas, es decir, de ineluctable pugna por el poder, el nuevo escenario tendría rasgos más  lockeanos y kantianos, es decir, de creciente comercio y cooperación, y allí todos (poderosos, intermedios y débiles) lograrían márgenes de ganancias. Consecuentemente, se afirmaría "la paz", es decir, el orden.


A pesar de numerosas situaciones, que examinadas con rigor estratégico resultaban categóricas en relación con aquellos fundamentals del realismo, por caso, expansión de la OTAN, proyección regional y global de poderes mayores, movimientos internos en países ubicados en zonas selectivas, etc., tuvieron que suceder los hechos en Siria y en Ucrania-Crimea para que se reconsideraran premisas y se admitiera que la geopolítica estaba de regreso, lo cual era un desacierto, pues nunca podía estar de vuelta aquello que nunca se había marchado.


Desde entonces, aquellas pocas, pero convincentes explicaciones que proporcionaba el realismo, para exponerlo casi en las mismas palabras de Kenneth Waltz, se hicieron frecuentes cuando se hablaba del estado o panorama estratégico del mundo. Los documentos e informes de foros internacionales, organizaciones intergubernamentales y de actores preeminentes describían contextos cada vez más inquietantes (por ejemplo, los Global Risks Report del World Economic Forum, o las Global Trends de las agencias de inteligencia de Estados Unidos).


Finalmente, la pandemia, el nacionalismo de las vacunas, la rivalidad chino-estadounidense y la guerra en Ucrania terminaron por recentrar al realismo en la política internacional y mundial, quedando apenas, como se dijo antes, el comercio internacional, afectado por las tensiones provocadas por tales acontecimientos, como un frágil esquema de relativo orden.


En cuanto a los nuevos tópicos, esto es,  conectividad, robótica, biogenética y, particularmente, inteligencia artificial, sin duda que se trata de tecnologías mayores que aportan oportunidades para muchas situaciones, por caso, una diplomacia (quizá) menos equívoca y más precisa para resolver crisis. Pero también existe aquí un ancho margen de posible conflictividad (en buena medida, con desenlaces desconocidos).


La experta australiana Kate Crawford ha venido advirtiendo lo aterrador que sería que un programa de IA adopte decisiones en materia de empleos a partir del reconocimiento emocional de las personas en función de su rostro. Estaríamos ante nuevas y tal vez incontrolables formas o pautas de desigualdad social. Y esto es solo una hipótesis, por no referirnos a otras que nos harían considerar los riesgos que corren las mismas democracias.


Pero desde nuestro lugar (las relaciones entre Estados), la posesión de tecnología mayor profundizaría la desconfianza, la competencia y la rivalidad entre Estados, al punto que se reafirmaría una de las principales marcas del realismo: la anarquía internacional; precisamente, una de las cuestiones que más ha sido criticada por las corrientes que consideran que se trata de una obsesión del realismo, pues ante la vitalidad de nuevos movimientos sociales conscientizantes de nuevas cuestiones colectivas, cuya incesante actividad va erosionando la autoridad del Estado y creando una nueva arena no internacional sino global, la anarquía se habría vuelto una realidad cada vez más anacrónica; un hecho que ha sido útil para explicar el mundo de ayer, pero que no se ha modernizado.


Considerando las nuevas tecnologías en relación con el terreno militar, ¿qué garantiza que las mismas no dejarán al mundo más cerca de una catástrofe como consecuencia de decisiones equivocadas?


En un reciente artículo publicado en la revista Foreign Affairs, la investigadora del Consejo de Relaciones Exteriores, Lauren Khan, se refiere al incidente que tuvo lugar en marzo pasado sobre el Mar Negro, cuando un dron estadounidense MQ-9 Reaper fue seguido y acosado por dos aviones de combate rusos. El Reaper arrojó combustible sobre las alas y sensores de uno de ellos, el caza cortó la hélice del dron dejándolo inoperante y obligando a sus controladores a precipitar el dron sobre el mar.


Todos los movimientos del dron, incluida su destrucción, fueron supervisados y dirigidos por fuerzas norteamericanas desde una muy lejana sala de control. La experta se pregunta qué hubiera sucedido si el dron no fuera piloteado por humanos, sino por un software independiente con inteligencia artificial. "¿Y si ese software hubiera percibido el "toque" del caza ruso como un ataque?". La pregunta planteada es aterradora.


Como vemos, no parece que quedara demasiado lugar para abordar estos temas desde categorías que no partan y se analicen desde aquellas que nos proporciona el realismo, es decir, desde aquello que muy bien Stanley Hoffmann ha denominado "políticas como de costumbre", es decir, planteos y respuestas que nunca se alejan del poder, las capacidades, el interés nacional, el multipolarismo, el temor, la ambición, la geopolítica, la jerarquía y las vacilaciones sobre las intenciones.


Al menos en lo que queda de la tercera década del siglo XXI, pensar el mundo fuera de esas categorías es pensar un mundo que no es. En otros términos, se corre el alto riego de realizar diagnósticos fallidos.

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