viernes, noviembre 27, 2020

El dìa despuès de Maradona

 Por Gustavo Ferrari Wolfenson 





Quizá desde la frialdad de la distancia, he leído todos los intercambios de opiniones, posiciones que se han intercambiado en torno al fallecimiento de Maradona.

Somos un pueblo pasional y esa pasión nunca la
vamos a abandonar. Con la misma intensidad
odiamos, amamos, criticamos, aplaudimos, nos
perdonamos, construimos y destruimos. Y todo esto
es parte de nuestra propia esencia de argentinidad.
Gardel canta cada día mejor, Perón nos sigue
enseñando doctrina, Fangio la forma de manejar y
hasta La Cámpora quiere construir una pasión sobre la
figura de un Néstor que, seamos sinceros, nada tuvo
de pasional. Y no quiero meterme en temas como
Malvinas o la propia designación de Francisco que nos
tocaron el alma y también fueron parte de esa
argentinidad pasional que la abrazamos o
descartamos con la misma intensidad. Hoy es el turno
del Diego. Todos tienen una anécdota con él, todos lo
vibraron y a todos quizá les hizo olvidar por un
momento de una realidad que sufrían. Hoy también
su figura está siendo elevada y hasta utilizada, para
olvidar un año difícil, sin respuestas, sin gobernanza y
mucho menos con rumbo. 

Hoy la Argentina pasional
llora a un Maradona que llegado el día de mañana nos
volverá a mostrar la realidad del distanciamiento
social, de los salvoconductos para transitar de un
lugar a otro, de no poder educarnos
presencialmente, ni de llorar a los familiares
contagiados y fallecidos, de no poner en
funcionamiento las instituciones, de la represión por
no cumplir las nuevas normas y hábitos, y también
nos mostrará esa triste realidad de que si no
encontramos un camino para luchar por un mejor
país, seguiremos llenos de pasión pero sin destino.

miércoles, noviembre 25, 2020

Una virtuosa interacciòn que llegò para quedarse

Por Lisandro Zamorano



 ¿Cómo las personas y las máquinas pueden interactuar beneficiándose entre sí? Para lograrlo, la máquina necesita estimular la habilidad de las personas para crear nuevas virtudes, desafiar su pensamiento y revisar su comprensión. ¿Cómo puede, entonces, la máquina desarrollarse y actualizarse por sí misma? En primer término,  mediante un mecanismo de aprendizaje sobre sus experiencias. Existen casos donde esto ya se ejecutó. Se trata de una iniciativa que abarca sistemas de organización de suministros, pronosticadores de ventas y de inventarios, índices de recomendaciones, entre otras características. En dichos sistemas hay una proximidad entre cada uno de ellos y el factor humano. Si el pronosticador de ventas detecta que la popularidad de un elemento aumenta, comienza una serie de cambios a través del sistema: el pronosticador de inventario se actualiza, causando que la cadena de suministros optimice el inventario sobre sus depósitos, mientras que el índice de recomendaciones hace que las ventas se amplíen. Asimismo, otras interacciones se producen en segundo plano. Muchos de estos procesos ocurren automáticamente, aunque es necesaria la actividad humana para el diseño, la experimentación y el análisis sobre la información a fines de seguir desarrollando la capacidad de la máquina. Entre los requerimientos para llevar esto a cabo se encuentra el obtener una meta estratégica concreta con su respectivo diseño, que implica desarrollar diferentes estrategias para diferentes diseños. También está presente la idea de una división de tareas entre las personas y las máquinas y que la máquina pueda ser capaz de adaptarse al contexto de cualquier estrategia convencional.


Siendo el caso mencionado simplemente un ejemplo del pragmatismo alcanzado, esto muestra además dos circunstancias específicas: por un lado, que esta clase de proyectos ‘’híbridos’’ entre personas y máquinas puede pensarse dentro de un rango de aplicación aún más variado, y, en efecto, considerarse con una marcada orientación competitiva. 
Por otro lado, da la certeza que la inversión en tecnología sigue teniendo un rol importante -en realidad necesario y extendido- para la eficacia de este tipo de iniciativas y sus posibilidades.

viernes, noviembre 20, 2020

So Latin, so emotional: God only knows

 Por  Gustavo Ferrari Wolfenson 


Albert Einstein llegó a la Argentina el 25 de marzo de 1925. Tenía a la sazón
46 años, vivía en Berlín, estaba casado con su prima Elsa, tenía dos hijas (Ilse
y Margot) y, probablemente, ya padecía de la insuficiencia cardíaca que se
manifestaría muy pocos años después. Como es bien sabido, a esta altura ya
había formulado su Teoría de la Relatividad Especial y General (1905 y 1915,
respectivamente) y era depositario del Premio Nobel de Física de 1921 por su
descubrimiento del efecto fotoeléctrico. Hacia mediados de la década de 1920,
el físico había alcanzado celebridad mundial: miembro de la Real Academia de
Ciencias de Prusia y director de investigaciones en el Kaiser Wilhelm lnstitut,
había "silbado su Teoría de la Relatividad" -como él mismo decía- en Estados
Unidos, Holanda, Suecia, Inglaterra, Francia, Checoeslovaquia, Palestina,
Japón y España.
La Sociedad Científica fue creada en 1872 y fue el primer esfuerzo para
coordinar el desarrollo científico en la Argentina e incluía estatutariamente a
todas las manifestaciones científicas y tecnológicas de su momento. Es un
centro totalizador de la promoción y divulgación de la mejor ciencia y en su
casi siglo y medio de vida se constituyó en la institución científica más
importante del país perteneciendo y actuando en ella los hombres más
relevantes de la ciencia nacional e internacional.
Un 10 de abril de 1925 Einstein disertaba en la Biblioteca Domingo Faustino
Sarmiento de esa institución, ante la propia comunidad científica, su teoría de
la relatividad. Un 23 de noviembre de 2010, en la misma biblioteca Sarmiento,
tuve el honor de recibir ante un destacado público presente mi nombramiento
como Académico de Número de la Academia Argentina de Ciencias del
Ambiente, en reconocimiento por mis antecedentes profesionales y trabajos en
torno a lo que he llamado la “democracia sustentable, el fortalecimiento
municipal y su componente ambiental”.
Debo reconocer que la emoción me venció ese día. El presidente de la
Academia, el embajador Raúl Estrada Oyuela tomó la palabra con la
formalidad del caso explicando el motivo de la sesión especial. Inmediatamente
le cedió la palabra al Ing. Enrique Inhouds, un destacado profesional sanitarista
miembro también de la academia, quien leyó mis antecedentes y perfil. Con
Inhouds tuve la oportunidad de trabajar en algunas consultorías
internacionales. Un hombre muy parco, institucional, metódico. Siempre he
creído que pudo haber dado más profesionalmente pero su misma estructura
de pensamiento lo frenó en su potencial y en su visión de profundizar las
realidades. La ausencia de papá, el Ing. Bruno V. Ferrari Bono, también
académico, ya delicado en ese momento flotaba permanentemente en el
ambiente. Era la primera vez en la historia académica del país en que un padre
e hijo compartían un sitial de honor en una institución de esas características y
eso le daba un tono mucho más emocional a la ceremonia. Terminó la
presentación formal y la disertación con posterioridad a la designación traía
consigo una carga de sentimientos difíciles de explicar. Había preparado con

anticipación y en un power point lleno de efectos tecnológicos, muchas
imágenes pero todo, ante mi sorpresa quedó el aire. Una autoridad muy
gentilmente me indicó que en ese recinto no se permitían las proyecciones, ni
fotos, ni las platicas interactivas. Que parte del ritual de ese salón, era
precisamente exponer oralmente los conceptos a partir de una de las riquezas
más importantes que tiene el hombre, que es el don del habla. Así que de
improviso me encontré en medio de la magnitud de esa aula magna cargada de
historia, donde los próceres de la ciencia parecían mirarme y escucharme y no
me quedó otra cosa que trasladar mis memorias, recuerdos, sentimientos,
teorías a través de la palabra fluída.
Empecé con los agradecimientos propios institucionales, del honor que me
correspondía recibir tan alta distinción, precisamente en ese recinto. Recordé a
Sarmiento y los relatos de sus viajes por el mundo y fui llevando, bajo esa
misma tónica, las experiencias recogidas y trasladas en mi vida profesional y
en los casi 40 países que llevo ya trabajados. Tuve una especial mención a mis
maestros, sus enseñanzas y consejos y abordé de lleno el trabajo desarrollado
en los últimos años en la península de Yucatán, especialmente en Quintana
Roo y en Centroamérica. Hablamos de ese potencial que hoy representa ante
los ojos del continente y las estadísticas internacionales la Rivera Maya, sus
niveles de crecimiento y los propios límites de ese crecimiento. Se mezclaron
las culturas con las tradiciones, la necesidad de entender que el componente
ambiental significa, en la gestión de gobierno, una mejor calidad de vida para la
gente. No hay opciones y sólo entendiendo esas consideraciones, uno puede
sentir que ha cumplido como gobernante.
Comenté que la labor en los últimos años se ha concentrado hacia una
sociedad demasiada compleja en donde se mezclan las tradiciones ancestrales
culturales, las dinámicas corrientes migratorias internas y externas que
siempre fluctúan en busca de una mejor calidad de vida. Que ordenarla e
imprimirle un sentido con rumbo, con un espíritu de democracia y apertura y
con un cuidado y respeto al medio ambiente, es una tarea igualmente compleja
y llena de desafíos y que con esta conciencia de las dificultades que implica
gobernar esos municipios en pleno crecimiento y desarrollo, es lo que me ha
fortalecido todo este tiempo.
Continué señalando que los desafíos de esta democracia sustentable - como la
he llamado- están basados en los procesos de cambio institucional,
modernización administrativa y mejoramiento de dotación de servicios en
beneficio de la comunidad pero, sobre todo, en la construcción de vínculos más
respetuosos y cooperativos con los ciudadanos, lo cual, siento profundamente,
es requisito indispensable para generar las innovaciones estructurales e
indispensables para aumentar su capacidad de satisfacer las necesidades y
exigencias de la propia sociedad.
Terminada la ceremonia fui a ver a papa a su casa, le llevé el diploma, me
empezó a preguntar cómo había sido todo, le fui narrando algunas en sintonía,
o tras lamentablemente no. Lo busqué todo el tiempo esa noche, sé lo que para
él significaba esa designación y no dudo que hoy en ese espacio celestial que
lo acompaña, aún lo está disfrutando con especial orgullo.

Esta historia de hace diez años que guardo con especial recuerdo quizá se
refleje en el testimonio de un documento en borrador de mi investigación
realizada en Harvard sobre las tendencias terceristas de la política
internacional. Mis tutores Henry Kissinger y Samuel Huntington una vez que la
leyeron, me escribieron de puño y letra: “So latin, so emotional” (demasiado
latino, muy sentimental). Quizá sea ese el camino que ha marcado mi vida, la
pasión, las emociones y los sentimientos que vivo día a día con lo que hago.
Esa noche en el salón Domingo Faustino Sarmiento de la Sociedad Científica
Argentina, me sentí muy honrado de ser parte de una historia aún no concluida
ya que a mis 66 años recién cumplidos, creo que lo que sigue aún….. sólo Dios lo sabe.





jueves, noviembre 19, 2020

Soy un soldado de Perón: Los días del Tío Cámpora en México


Por Gustavo Ferrari Wolfenson




El 25 de mayo de 1973, Héctor J. Cámpora ganaba las elecciones de la República Argentina. Habían pasado dieciocho años de proscripciones desde el golpe
militar que derrotó a Perón y ocho presidentes entre constitucionales y de facto habían conducido los destinos de un país bajo la
sombra del caudillo exilado en Madrid, a quien el Presidente de turno, Alejandro Agustín Lanusse, señalaba a los cuatro vientos que no le daba el cuero para regresar.


La fórmula del FREJULI, “Cámpora al gobierno, Perón al poder”
resonaba como un himno y bandera en una generación que se fue
alimentando de la nostalgia, de las historias de sus familiares y de los
mensajes desde el exterior de esa figura mítica que, a los casi 50 años
de edad, decidió un día entrar en la vida política del país para no
abandonarla jamás.
Ese 25 de mayo de 1973 lo viví muy joven en México, donde mi padre
se desempeñaba como Representante Residente de Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para México y el Caribe. La
recepción oficial en la sede de la embajada parecía un velorio. Su titular,
el general Jorge Federico Von Stecher, muy protocolarmente celebró la
gesta patria, deseó éxito al gobierno entrante y bogó por la paz y la
reconciliación de los argentinos (creo que eso ya lo escuchamos
infinitas veces). Uno de los funcionarios acreditados en la misión,
específicamente el segundo a cargo de nombre Joaquín Otero, al
tiempo que acompañaba protocolarmente las expresiones del
embajador, murmuraba y aseguraba entre sus conocidos que quizá ese
sería el último acto dentro del servicio exterior. ¿Por qué tal afirmación?
Otero había sido en sus años jóvenes y como redactor en el diario La
Prensa, una de las plumas que le puso color al llamado Libro Negro de
la Segunda Tiranía, un testimonio escrito con sangre de pasión contra
los años del peronismo y estaba seguro que iba a ser separado del
cuerpo diplomático por las nuevas autoridades en venganza de aquellos
tiempos, cosa que efectivamente ocurrió meses después.
Su nominación como candidato, su posterior triunfo, el viaje a España a
buscar al general, los primeros roces ideológicos, los 49 días que estuvo
al frente de gobierno, su renuncia y su nombramiento casi de inmediato
como embajador en México fueron demasiados acontecimientos
inesperados para el popular “tío” y soldado de Perón, que aterrizó en el
Distrito Federal como un embajador que era recibido con todos los
honores de un ex presidente.
Don Héctor arribo al país azteca acompañado de su esposa, Georgina
Acevedo, una distinguida dama de San Andrés de Giles, hija de
estancieros, que había sido seducida en sus años mozos por las formas
galantes y gentiles del joven dentista arribado al pueblo. También lo
acompañaban su hijo Héctor, fugaz Secretario General de la
Presidencia durante el breve mandato, un valet, un chofer y un amigo
del alma de nombre Alfredo Rabufetti muy apegado a las charlas
eternas de café, el cigarrillo y los burros (caballos de carrera)
Por sugerencia de su sobrino, Mario Cámpora, diplomático de carrera,también llegarían semanas después para cubrir funciones en el departamento cultural, Esther Sylvia Malamud, rosarina, licenciada en
relaciones internacionales y recién egresada con uno de los mejores
promedios del Instituto del Servicio Exterior y el Ministro José María
Vásquez, mejor conocido como Perucho, yerno del político Rafael
Ocampo Jiménez, (ex gobernador de facto de La Rioja y ex embajador
en Italia), ahijado de Perón, casado con Marta Vásquez quien con los
años se convertiría en Fundadora de Madres de Plaza de Mayo al sufrir
-estando ellos destinados en México- la desaparición de su hija María
Marta y de su yerno Cesar Lugones, miembros ambos del grupo
pastoral Belén, de tareas sociales y evangelizadores en la villa miseria
de Flores.
La vida diplomática de Cámpora en México fue, hacia afuera, más social
que política. Era participe y protagonista de todo evento que se
presentara. Solía visitar los restaurantes argentinos y confraternizar con
los asistentes, así como con los espectáculos de tango o de variedades
que se presentaban en la ciudad. Por otra parte, fue el receptor y
anfitrión de las primeras camadas de asilados que llegaron a México
amenazados por las terribles AAA de López Rega, entre quienes se
encontraban Nacha Guevara, Alberto Favero, Luis Brandoni, Marta
Bianchi, Ricardo Obregón Cano, Pedro Orgambide, Héctor Sandler,
Manuel Puig, Rodolfo Puiggros, Carlos Ulanovsky, José Amiune,
Horacio Guaraní, el Bebe Esteban Righi, Raul Laguzzi etc., lo que
generaba más que un corto circuito con la línea dura impulsada desde
el gobierno argentino por el entonces canciller Alberto J. Vignes y el
entorno de la P-2 de López Rega, Liccio Gelli de acabar con todo “foco
comunista”.
Como buen político populista, el Tío abría la embajada a toda la
colectividad argentina que quisiera asomarse. La fiesta patria de 1974
fue una verbena de entrada libre que aún se recuerda sin los protocolos
propios de ser una celebración exclusiva para autoridades oficiales,
cuerpo diplomático en general o directivos de empresas y cámaras
relacionadas con el país. Recuerdo con especial detalle el arribo de
Libertad Leblanc que, con un vestido de encaje negro transparente y un
escote propio de su figura descomunal, desafiaba con un beso sensual
a quien quisiera ponerle la escarapela. Confieso que fui uno de los
afortunados.

A los pocos días de esa celebración Cámpora viaja a la
Argentina. Un Partido Peronista Autentico se estaba
gestando y lo quería tener como referente. Lo presidía
Oscar Bidegain y entre sus filas estaban Rodolfo
Puiggros, Ricardo Obregón Cano, Miguel Bonasso, Juan
Gelman quienes con posterioridad formarían el
Movimiento Peronista Montonero (MPM). Cámpora
nunca se sumó a Partido Autentico ya que su propósito
era, según sus palabras, luchar desde las propias
estructuras del peronismo.

En esos días de pleno invierno, para ser exacto el 6 de junio de 1974,
Perón cumple con el compromiso de visitar nuevamente Paraguay –la
Nación que lo albergara en su primera etapa del exilio-, esta vez como
presidente de la Argentina. Delegó el mando en Isabel, voló a Formosa
y desde allí viajó a Asunción en el barreminas “Neuquén”. Al arribar a la
capital del país vecino, Perón permanece de pie en la cubierta de la
nave bajo una llovizna fría y pertinaz, mientras es saludado por una
salva de veintiún cañonazos disparados desde aquella cañonera que lo
alojara en 1955, como acto simbólico de desagravio.
Declarado huésped ilustre de la ciudad de Asunción, Perón recibe la
bienvenida de su par Alfredo Stroessner. Apenas se baja lo toma del
brazo y le confía al presidente paraguayo “General sosténgame que
siento que me muero”. Estas palabras me las comentó años más tarde
en una tertulia, el entonces segundo de la embajada en Asunción,
Arturo Ossorio Arana testigo de los hechos. De la aventura y del frio de
ese viaje jamás Perón se recuperó. Sus salidas fueron escasas, pero
tuvo tiempo para echar de la plaza a esos “estúpidos e imberbes” y
firmar sobre una almohada el último acto de servicio a la patria: la
renuncia de Héctor J. Cámpora como embajador en México, sin antes
pronunciar la frase “¡qué asco!”.
Perón muere el 1 de julio de 1974. Ese día era el cumpleaños de mi
abuela Sara vieja defensora de las causas libertarias y renegada
antiperonista (y ahora me hablan de la grieta). Al desearle felicidades,
su respuesta fue lacónica: “ya he recibido el mejor regalo de
cumpleaños”.

En la embajada, a cargo del ministro Vásquez se abre el libro de condolencias
propio del protocolo y se invita a una misa de honor a celebrarse en los siguientes
días. Sin saber el paradero del embajador renunciado, supuestamente en
Argentina, y sin haber recibido aún el decreto o cable oficial de su destitución,
en plena homilía del servicio religioso y para sorpresa de todos, aparece la figura
elegante de Cámpora luciendo esa sonrisa “Colgate” que siempre lo
caracterizó.
Siendo un embajador ya sin funciones, saludó a todo el mundo muy
cortésmente, realizó declaraciones a cuanto medio de comunicación se
le acercaba respondiendo siempre lo mismo: “yo soy un soldado y
cumplí con el mandato de Perón. ¡Dios guarde al general!
Ante un escenario tan poco favorable hacia su persona en Argentina,
Cámpora aceptó la cordial invitación del presidente de México Luis
Echeverría Álvarez para radicarse en el país con el status de huésped
distinguido.
La política internacional de Echeverría estaba marcada por una fuerte
solidaridad hacia las causas políticas del continente, teniendo como
testimonio el asilo otorgado a la viuda de Salvador Allende, Hortensia
Bussi y a toda la dirigencia política de la Unidad Popular chilena. Ahora
con Cámpora se repetía una historia recurrente, empezada con Trotsky
en 1937 que años después continuaría con Mohammad Reza Pahlevi,
sha de Persia y Evo Morales.


A las pocas semanas de su radicación como
un ciudadano más en México, una
fotografía en la sección sociales del diario
Excélsior mostraba al doctor Héctor J.
Cámpora con su bata blanca de dentista,
apoyado en el sillón típico de los martirios
dentales, anunciando la apertura de su
consultorio odontológico junto a su colega
Ricardo Obregón Cano. Dicho consultorio
era un aporte del señor Roberto Buffano, un
empresario argentino radicado desde hacía
muchos años en México

Al poco tiempo, Ángel Federico Robledo es designado nuevo embajador
argentino. Ministro de Defensa de Cámpora y Perón, poseía excelentes
relaciones con las fuerzas armadas. Conocía también el oficio
diplomático ya que había sido jefe de misión en Perú durante el segundo
gobierno del general. Robledo había tenido una salida muy traumática
del gobierno de Isabel. Elegido por sus pares de gabinete para alzar la
voz y recomendar a la Presidente la necesidad de separar del gobierno
a López Rega, cuando hizo la moción, los demás ministros se quedaron
callados, no lo respaldaron y tuvo que presentar dignamente su
renuncia al cargo. Lealtad peronista se podría decir.
La llegada de Robledo a México fue como su personalidad, con señorío
y sencillez. En cada reunión diplomática u oficial, se cruzaba con
Cámpora, a quien saludaba con el respeto de una vida de
compañerismo político y de jerarquías, pero con cierta ironía a quien
había sido su jefe siempre le tiraba alguna frase como “me dejó vacía la
bodega de la embajada con sus fiestas”
Mientras tanto la Casa Argentina de la calle Roma 1, seguía creciendo
y reuniendo a los argentinos que llegaban a buscar la protección política
del gobierno mexicano, en una suerte de embajada paralela. Robledo
seguía desde su oficina de Paseo de la Reforma 84, todos los sucesos
que pasaban en el país y era consultado permanentemente por los
sectores militares y políticos peronistas sobre los movimientos que se
iban sucediendo o planificando.


Su estancia en México duró poco tiempo también. El gobierno de Isabel
en una clara imposibilidad de hacer coexistir dos personalidades tan
ligadas al sentimiento peronista y compañerismo, decide trasladarlo a
Brasil, donde duraría cuatro días para volver al país como Ministro de
Relaciones Exteriores primero, del Interior después, y posteriormente
asumir el papel de hombre fuerte y pensante de un gobierno que se
tambaleaba sin rumbo y se desintegraba institucionalmente cada vez
más.
El gran desafío de la cancillería argentina era elegir quien era la persona
idónea para cubrir la vacante en México, dada la presencia permanente
e urticante de Cámpora allí. Cuenta la historia que el entonces ministro
Alberto Vignes llamó a todos los jefes de área del Palacio San Martín y
en una reunión general le fue preguntando a cado uno de ellos que
opinaba y pensaba de Héctor Cámpora. Como buenos diplomáticos de
carrera, prudentes y equilibrados en sus declaraciones, cada
funcionario midió sus palabras sin asumir una posición alguna que fuera
determinante. Sin embargo, cuando le tocó dar su opinión a uno de
ellos, entonces director del área de América del Norte expresó “es un
hijo de puta que entregó al país a los 49 días de haber sumido, etc., etc.
El ministro Vignes, sin dejar que su interlocutor terminara sus
comentarios, lo miró fijamente y le dijo “Ya está, embajador usted se va
para México” (sic)
El nuevo designado fue Francisco Molina Salas embajador de carrera,
hijo de diplomático de carrera y curiosamente de madre mexicana. Se
convirtió así, de repente, en la única persona que no le debía nada
políticamente a Cámpora, ni debería rendirle ningún tipo de pleitesía.

Los días del tío en México se fueron apagando de a poco
hasta su regreso al país en los últimos meses de 1975.
Escribió, bajo la pluma de su hijo Héctor un libro titulado
“El Mandato de Perón” donde narraba su fidelidad y
lealtad al líder y cómo había sido su papel en el regreso
al país del máximo referente histórico del movimiento
justicialista. Dicho documento del cual colaboré
aportando material de mis archivos periodísticos que
hasta la fecha sigo agrupando, me fue dedicado en su
primer ejemplar por Cámpora con su puño y letra y pretendía dejar en
claro un testimonio a su lealtad al general hasta sus últimos días.
La historia posterior quizá es más conocida. El 23 de marzo del 76 cae
el gobierno de Isabel. Cámpora ya en el país se refugia junto a su hijo
Héctor y Juan Manuel Abal Medina, en la embajada de México y sin
obtener el salvoconducto, cumple uno de los asilos diplomáticos más
largos de la historia de las relaciones internacionales, hasta que por
razones humanitarias es concedida su salida, en 1980, para morir
meses después en Cuernavaca de un cáncer de laringe.
Hoy el nombre de Cámpora abandera una corriente política que jamás
lo conoció, mucho menos supo lo que pensaba y cuál fue su papel en
la historia contemporánea argentina. Quizá lo único que tengan en
común aparte del nombre, sea el fundamentalismo a la figura de un líder
y una lealtad llena de pasión.
He contado toda esta historia como testigo presencial de esa época. El
25 de mayo de 1973, en aquella fiesta patria en la embajada con la que
comencé este relato, se acercó el entonces agregado cultural Javier
Fernández y me preguntó: “Pibe querés ganarte unos mangos”. “Hay
que hacer el inventario de la biblioteca del departamento cultural y nadie
quiere agarrar ese laburo”. Tenia 18 años, por supuesto que le dije que
sí y allí empezó la historia diplomática e internacional de mi vida que
aún no acaba y sigue dando vueltas por el mundo.
Conocí en estos tiempos muy bien a Héctor J. Cámpora. Como
empleado todo terreno, funcionario, che pibe, solía ir a su despacho de
la embajada casi todos los días a llevarle documentos o papeles que
firmar. Intercambiábamos frases huecas, muy propias de su estilo de
diálogo, siempre con amabilidad. Un día dada mi juventud me pidió el
favor que llevara a conocer la ciudad a la hija de Obregón Cano, que
tenía mi edad y que extrañaba mucho Córdoba. Me contó también
cuando tuvo que hablar por pedido expreso de Perón, con Raúl Lastirti
y preguntarle cuáles eran sus reales intenciones sentimentales con
Normita Lopez Rega, la hija de José, quien quería comérselo vivo
porque ya estaban en pareja con una diferencia abismal en edades.
Disfruté muchas tardes la amabilidad y cordialidad de doña Georgina
Acevedo ofreciéndome té y pasteles en su residencia, sumadas a las
charlas con Héctor hijo con la siempre presencia de Luz Baltodano,
asistente de la embajada y musa inspiradora del amor platónico que se
profesaban.
Finalizo este relato con la anécdota de un sábado por la tarde y mi
llamado telefónico al doctor Cámpora comentándole que a mi hermano
Bruno le dolía una muela, que nuestro dentista estaba de vacaciones y
si lo podía atender en su inaugurado consultorio. Al llegar y recibirnos
todo de blanco, con la vestimenta ad hoc para la ocasión, le pregunté
inocentemente si se acordaba aún del ejercicio de la profesión y con
esa sonrisa típica camporista me contestó “algo me debo acordar”.
Han pasado muchos años de estos recuerdos que he narrado. Vienen
a mi memoria como una anécdota más de los pasajes tan
enriquecedores que he compartido en mi vida, Lo que sí es importante
destacar, cómo conclusión final, es que a mi hermano Bruno la muela
no le dolió nunca más.

lunes, noviembre 16, 2020

La territorialidad en el desarrollo sustentable

 Por Lisandro Zamorano


Escuchamos o leemos permanentemente se hacen referencias al término ''sustentabilidad'' o ''sostenibilidad'', ¿qué significa hoy y cuál es su importancia? El desarrollo sustentable puede ser un punto de intersección entre las esferas económicas, sociales y ambientales, con la condición que ellas se encuentren en un equilibrio para que haya sustentabilidad. Estos elementos están estrechamente interrelacionados por distintas conexiones, y, si bien no pueden considerarse como independientes, deben ser vistos con un enfoque sistémico, con la finalidad de que en su conjunto contribuyan eficazmente a generar desarrollo sustentable. La forma intersectorial que toman hoy las políticas ambientales hace que sea necesario trabajar en simultáneo dentro de todas las dimensiones sustentables hasta encontrar un balance acorde.
   Aunque es cierto que el límite impuesto en el paradigma sustentable es debido a un proceso donde las dimensiones económicas, ecológicas y sociales se ven determinadas por conseguir objetivos concretos, desde la creación de empleo hasta la energía limpia, es finalmente la dimensión territorial la que a través de un correcto agrupamiento de relaciones entre las distintas partes o áreas de un territorio, puede encontrar soluciones sustentables entre los recursos locales, por lo cual, incluir esta dimensión es relevante para conseguir metas en común en los procesos de planeamiento.
   Ligados a estos aspectos, el punto de partida de los planeamientos territoriales se modificó drásticamente. El planeamiento entendido como una política de control y ''guía'' de la organización del espacio como una entidad física, equivalente al uso de la tierra, la organizaciòn del transporte y de los servicios públicos, fue gradualmente reemplazado por comprender a la planificación como una herramienta para obtener una mejor distribución de recursos entre los distintos grupos situados en un territorio; esto trae el mensaje de que los efectos posteriores a una decisión de las características mencionadas pueden producir un bienestar general en poblaciones que viven en espacios delimitados. Esta nueva perspectiva territorial, en el marco de un contexto de recursos más amplio, innovó las dimensiones que miden hoy el desarrollo sustentable.




 

viernes, noviembre 06, 2020

La baja en el blue, ¿tendrà impacto en lo precios de la economìa?

Por Cristian Mazzola

Director de E&C Consultores Económicos



Cuando apenas unas semanas atrás se intensificara la suba de las cotizaciones de los diferentes dólares alternativos (CCL, MEP y dólar blue) llegando a valores de enorme preocupación para la gran mayoría de los agentes económicos nacionales, generando incertidumbre acerca del futuro de la economía y de los precios de la misma, se produjeron casi inmediatamente 2 efectos: el incremento en el valor de los bienes y servicios, y una disminución en las cantidades ofrecidas (en mayor o menor medida dependiendo el sector). 


Sabemos también que las subas
de las cotizaciones de los dólares alternativos se aceleraron en la
etapa, la cual seguimos
transitando, de la pandemia. Las causas pueden encontrarse en materia
monetaria (exceso de
emisión para afrontar gastos imprevistos), en el exceso de liquidez,
en bajas tasas de interés,
en las restricciones a la demanda de divisas, en alguna falta de
confianza ante la ineficacia de
algunas medidas económicas, entre otras. Pero lo que se observa en los
últimos días difiere de
lo que venía aconteciendo en la tendencia alcista de los dólares
financieros. El pasado 23 de
octubre el billete paralelo anotó un récord de $ 195 por cada dólar.
En menos de diez días
hábiles su cotización bajó hasta los $ 160 por dólar. Este declive se
puede explicar por varios
factores: la intervención oficial en los mercados de dólares
financieros, las nuevas alternativas
de inversión que está ofreciendo el Gobierno mediante la licitación de
títulos en pesos atados
a la evolución del tipo de cambio oficial (conocidos como bonos dólar
linked) , y señales
fiscales y monetarias , tales como el ajuste a los Adelantos
Transitorios desde el Banco Central
al Tesoro Nacional, por lo menos hasta diciembre, o el crecimiento
real (por encima de la tasa
de inflación) de la recaudación en los últimos dos meses. ¿Puede
seguir bajando el blue? Claro
que sí, pero dependerá de mayores señales en materia fiscal y de
emisión monetaria para
2021, y de la posibilidad de obtener divisas frescas vía organismo
multilaterales de crédito,
especialmente como consecuencia de aportes extraordinarios de éstos
ante un escenario de
derrumbe de las economías a efectos de la pandemia covid 19,
especialmente en países en
vías de desarrollo. Pero también puede seguir bajando a consecuencia
de una devaluación del
tipo de cambio oficial (algunos se animan a decir de llevar el
mayorista a $ 100 por dólar), que
resulte provechoso para la liquidación de exportadores. No es esto lo
que propongo ni lo más
conveniente, ya que la mejora del tipo de cambio real para la
exportación debería darse por
una reducción de la carga impositiva y del costo logístico.
Con todo lo dicho, ¿se puede esperar mayor abastecimiento de productos y alguna
disminución de precios, especialmente en aquellos sectores que
ajustaron a precio dólar blue?
La respuesta, lamentablemente será negativa, en términos generales. En
primer lugar, porque
todavía sigue existiendo una expectativa devaluatoria, aunque menor
que la que tuvimos
durante octubre. Se necesita que la efectividad de las últimas medidas
de política económica
sea sustentable, y no algo sólo transitorio. Pero también porque hay
cuestiones estructurales
que no lo permiten. El Indice de Herfindahl e Hirschman (HHI) es una
medida empleada en
economía que informa sobre la concentración económica de un mercado.
O, inversamente,
mide la falta de competencia en un sistema económico. En Argentina, en
aquellos rubros con
mayor impacto en la tasa de inflación, pocas empresas concentran sus
mercados. A principio
de la década, sólo dos (2) empresas concentraban el 63% del mercado
aceitero. Tres (3)
supermercados concentran el 81% de las ventas. Dos (2) empresas tienen
el 73% del mercado
de galletitas, y otras dos (2) concentran casi el 70% del mercado
lácteo. Tres (3 ) empresas se
quedan con 96% del mercado del cemento, y una compañía se queda con el
90% de la chapa
laminada. Por todo esto, y más allá de trabajar por estabilizar la
macro, lo fiscal y monetario, es hora de generar los incentivos de política industrial para incrementar la oferta y
descartelizar las principales producciones en beneficio de los
consumidores nacionales.

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